viernes, 27 de julio de 2012

193. Verdades dolorosas

A pesar de su fama de contestón, Toni odia las confrontaciones. No sólo porque le incomodan, sino, sobre todo, porque sabe que es muy bueno en ellas. Es un analista. Cuando habla para hacer daño, elige las palabras concienzudamente. Y casi siempre acierta.

Evidentemente no tiene intención de hacerle daño a Javi. Pero cuando éste se pasa con uno de sus comentarios, Toni deja de pensar racionalmente. Su boca es más rápida que su cerebro.

- Bonita lección de moralidad para alguien que se estaba follando a la novia de otro
- No sigas por ahí
- ¿Por qué no? Recuerdo cuando Sara te lo hizo a ti. Me acuerdo de lo destrozado que estabas y cómo intentamos consolarte. Pero claro, si lo haces tú ya no está tan mal. Ah, claro, que tú no has engañado a nadie. La excusa de los nazis, ¿no? El famoso "no fui yo, sólo seguía órdenes"

Javi está a punto de golpear a Toni en la cara, pero se contiene. Por un momento piensa en sacar la bandera blanca y dejarlo ahí, pero entonces un torrente de incómodas palabras acude a su boca.

- Al menos yo consigo que alguien me quiera, no como tú con Elsa. Capaz de engañar a su novio con cualquiera menos contigo. Y cuando lo dejó, prefirió follarse a todo desconocido que se le puso a tiro antes de estar contigo. Y por eso ahora andas ligando con una puta niña de 19 años que cree que Amelie es lo más. Qué bajo has caído, ¿no crees?

Toni piensa en una réplica. La encuentra, pero comprende que ya ha hecho suficiente daño. Al igual que Javi. Los dos han entrado a matar. Los dos han conseguido su objetivo.

Sale de la habitación de Javi. Recoge sus cosas. Abandona el hotel y su amistad, rota en mil pedazos bajo el mortífero embrujo de las palabras envenenadas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario