miércoles, 4 de julio de 2012

170. Freaks

Afortunadamente la falsa noción de la normalidad se desvanece poco a poco, como una antigua religión en la que el mundo ha dejado de creer.

Cuando somos pequeños, nuestras excentricidades tienen fecha de caducidad. Aquellas acciones que arrancan risas generalizadas durante los primeros años, luego pasan a ser comportamientos reprobables que deben ser desterrados. Es como si llegara un día en el que tuviéramos que renunciar a quienes somos para convertirnos en quienes se supone que tenemos que ser.

Se nos inculta la absurda idea de la normalidad. Se nos habla de lo que hacen los demás y se nos pide que seamos como ellos. Pero si simplemente nos limitamos a hacer lo mismo que el resto, a ser una copia más,  ¿cómo podremos alguna vez llegar a ser extraordinarios?

Queremos ser normales. Nos reímos de los que no lo son. Catalogamos como taras sociales todo aquello que se aleja de la actitud generalizada, como la falta de empatía de Toni.

Y sin embargo nuestras películas, nuestros libros, nuestras series favoritas están repletos de personajes estrambóticos que no entienden los convencionalismos sociales. El Sheldon Cooper de "Big Bang Theory", el Abed de "Community". Médicos drogadictos, policías obsesivos... lo extraño se ha convertido en una especie de cliché. Uno que nos fascina.

¿Por qué sentimos atracción por estos personajes que, en teoría, están al otro extremo de lo que nosotros aspiramos a ser? La respuesta es que en el fondo nos vemos reflejados en ellos.

Jugamos con cartas marcadas. Todos somos freaks intentando disimular nuestras rarezas entre una multitud de personas a las que consideramos normales y que, esta es la paradoja, son tan freaks como nosotros, sólo que también tratan de disimularlo. Y así la rueda sigue girando.


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