jueves, 5 de julio de 2012

171. Una explicación sencilla

Siendo casi un crío, Álex estuvo saliendo con una chica de su clase. En su momento pensó que todo lo que salió mal se debió a la inexperiencia. O ha aprendido poco con los años, o eso de la experiencia es una falacia, porque hay preguntas para las que aún no tiene respuesta.

En cualquier caso, recuerda que fue él quien cortó la relación. Y cuando ella le preguntó el motivo, Álex se limitó a encogerse de hombros y decirle que era demasiado complicado de explicar.

Pero era mentira. La explicación era sencilla. Sólo que no quería darla.

Todo había comenzado meses antes, cuando la chica pasó por una etapa muy mala, cercana a la depresión. Álex estuvo a su lado durante todo ese tiempo, tratando de animarla.

Un día, entre lágrimas, Raquel (ese era su nombre) le dijo que era demasiado bueno. Que de haber sido al revés, no creía que ella hubiera estado allí para él.

Intentó no darle importancia a la frase, pero lo cierto es que esas palabras le marcaron. Se dio cuenta de que no podía confiar en ella. Que para alguien como él, que necesitaba saber dónde situar a cada persona, con quién podía contar y hasta qué punto, Raquel era todo un misterio.

Siempre se había preguntado qué eran exactamente, si amigos, si novios... y le molestaba que ella jamás le hubiera dado una respuesta clara. Pero al final entendió que sí que se la había ofrecido. Sólo que él no había querido escucharla. A veces sólo vemos lo que deseamos ver.

Ese fue el motivo, pero nunca se lo dijo. En los días buenos quiere creer que fue porque no deseaba herir sus sentimientos con una sinceridad que hubiera rallado lo brutal. Pero a veces piensa que lo hizo porque, una vez que supo la verdad, le traía sin cuidado ofrecerle a Raquel el consuelo de una auténtica respuesta.


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