domingo, 15 de julio de 2012

181. Villanos

"No te psicoanalices, no te psicoanalices, no te psicoanalices".

Esa es Kim, hablando consigo misma frente al espejo, en el cuarto de baño del restaurante en el que está cenando con Carlos, su novio. O uno de sus novios. O su posible ex-novio. O...

Frustrada, lanza un grito que hace que dos mujeres la miren con asombro. Vale, si sumamos ese arrebato al hecho de que lleva cinco minutos hablando sola, es fácil entender la reacción de las señoras. Es consciente de ello.

Quiere divertirse y disfrutar de la velada, de verdad que sí. Pero desde el principio ha tenido problemas para concentrarse en la cita, bombardeada por pensamientos, dudas, remordimientos y todo ese tipo de mierdas de las que cada día intenta curar a sus pacientes.

"Si me vieran esta noche, la mayoría mañana se daba de baja en mi consulta", piensa con ironía.

Le gusta Álex. El problema es que Kim es incapaz de cambiar a un chico por otro sin un auténtico motivo. Maldita brújula moral, se recrimina.

A la mente le viene la película de Woody Allen "Melinda y Melinda", en la que Will Ferrell, enamorado de otra mujer, se siente terriblemente feliz cuando pesca a su esposa con otro en la cama, porque eso le da la excusa perfecta para romper con ella.

Ojalá Carlos tuviera la misma consideración, se dice Kim en tono sarcástico. Sólo tendría que ser un poco como era antes, el peor novio del mundo. Entonces ella lo tendría más fácil y podría salirse de esta relación manteniendo la cabeza alta. Lo que necesita es que su chico sea el villano.

Pero cuando vuelve a la mesa, Carlos sigue siendo asquerosamente atento. Algo que sería genial en el 99% de las ocasiones. Hoy es la excepción.


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