domingo, 22 de julio de 2012

188. El día de Sara

El despertador le suena a Sara a las 6.30 de la mañana. Dormilona como es, se revuelve entre las sábanas protestando. Tarda quince minutos en encontrar fuerzas para levantarse.

Se ducha, se viste, desayuna un zumo y sale de casa. Coge el coche y conduce hasta su trabajo. Es comercial de ventas. Y muy buena.

Acude a una reunión que dura casi hasta el mediodía y la deja exhausta. Almuerza con un antiguo amante, ahora amigo, que no deja de coquetear con ella. Sara finge no darse cuenta.

Vuelve al trabajo. Pasa la tarde en la oficina. Toma café con unas compañeras. Contesta a la llamada de una amiga. Todo con el piloto automático puesto, sin prestar verdadera atención a nada. Lo bueno de rodearse de gente previsible es que no le suponen demasiado esfuerzo.

Regresa a casa. Fuma un cigarro, el primero de todo el día.. Se siente culpable (en teoría ha dejado el vicio) y lo apaga, pero su fuerza de voluntad es escasa y enciende uno nuevo.

Se da un relajante baño de espuma. Después se prepara algo de cena y se sienta a ver la tele.

Piensa en Javi. Que no la haya llamado en todo el día es un duro golpe a su orgullo. Ironías de la vida, recuerda cuánto le molestaba tiempo atrás que el chico fuera demasiado agobiante, siempre mandándole mensajitos que ella ignoraba la mitad de las veces.

Intenta concentrarse en la pantalla. Al no conseguirlo, piensa en llamar a su amigo del mediodía e invitarle a su casa. El sexo la ayudará a mantenerse alejada de pensamientos más íntimos. 

Pero al final no llama a nadie. Fuma un tercer cigarro y le escribe a Javi un mensaje en facebook. Su alma caprichosa desea que haya una respuesta inmediata, que no se produce. Se va a la cama enrabietada y compungida a partes iguales.


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