lunes, 16 de julio de 2012

182. Ponerse en marcha

Pones un pie delante. Luego el otro. De nuevo el primero. Y sigues así todo el tiempo, sin detenerte, concentrado únicamente en seguir caminando, siempre en la misma dirección.

A Toni le cuesta empezar las cosas. Pero no es por vagancia, sino todo lo contrario. Se implica tanto en los proyectos que terminan dejándole exhausto, drenan toda su energía. Por eso antes de dar un solo paso necesita estar seguro de que merece la pena el esfuerzo.

Se hizo escritor porque pensaba que era la profesión más solitaria del mundo, una en la que sólo tenía que contar consigo mismo. Pero se equivocaba. Para bien o para mal, el mundo es colaboración y fuerzas que se aúnan. Hasta los suicidas necesitan a alguien que retire su cadáver.

Escribir es una actividad personal, cierto. Pero publicar no. Tuvo reuniones con editores, con agentes, con inversores. Personas que daban su opinión, que creían saber mejor que él lo que quería decir, que pedían cambios constantemente...

Cuando una obra tiene demasiadas voces deja de tener ninguna.

Por eso decidió, si no darse por vencido, al menos otorgarse un descanso para recobrar fuerzas. Acabó aceptando un trabajo en una revista que no le gustaba. Aguantó un tiempo. Luego le dejaron dejarlo. Vuelta al punto de partida.

Hasta que decidió apostar por su propio proyecto. El sábado tuvo una reunión con un inversor. Como todos, éste también trató de imponer su criterio. Pero los ojos de Toni brillaban. Porque hay que saber cuáles son las escaramuzas y cuál la auténtica batalla. Y llega un momento en que no puedes poner más excusas. Te toca confiar en tu instinto y ponerte en marcha. 

Toni impuso su criterio. Consiguió la financiación. Es un comienzo.


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