sábado, 21 de julio de 2012

187. ¿Qué tipo de historia estamos contando?

Esa es la pregunta que cabe hacerse en este momento. Porque hasta ahora las vidas de Álex, Toni y Javi han oscilado entre la alegría y el desánimo, la esperanza y la decepción. Pero, llegado el momento de la verdad, ¿cuál de los dos extremos prevalecerá?

Dicho de otro modo, ¿estamos ante una historia de finales felices o de corte más realista? Porque en el mundo que existe ahí fuera las cosas rara vez encajan ni tienen sentido. Las historias no tienen principio, desarrollo y final, son anárquicas, faltas de un tercer acto.

Pero en el mundo que existe aquí dentro, en el interior de nuestros corazones, todavía hay sitio para el romance. La promesa de un futuro mejor, no por cursi menos anhelado.

Claro que cabría preguntarse por qué hacemos esta distinción. Quién decidió que el mundo real es áspero y cruel y nuestras ilusiones son románticas y enternecedoras. ¿Acaso existe una ley que nos impide vivir nuestra vida del modo en que la soñamos?

¿Por qué nos empeñamos en hacerlo todo tan complicado? En intentar revestir nuestras acciones de una complejidad imaginaria que no se corresponde con la realidad, sólo con nuestra percepción de lo que tiene que ser nuestro comportamiento.

Si no somos capaces de tener fe en los finales felices, ¿cómo podemos esperar que estos lleguen a producirse alguna vez?  Somos nuestro peor enemigo. Constreñidos por reglas que nadie nos impuso, sujetando pesadas cargas que nadie colgó a nuestras espaldas.

Y aún así, eso es lo que somos. Queremos creer en los finales felices, pero a la hora de la verdad nos acobardamos y seguimos respirando bajo la compañía de la tristeza.

Así que la pregunta sigue siendo, ¿qué tipo de historia estamos contando aquí?




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