martes, 3 de julio de 2012

169. Un final abierto

La pantalla indica que el próximo metro llegará en cuestión de tres minutos. Será el momento en que sus caminos se separen. Elsa entrará en el vagón, las puertas se cerrarán y Toni caminará hacia el otro andén, con la única compañía de sus recuerdos.

- Hagámoslo de nuevo - suelta el chico de repente
- ¿Qué? - la propuesta de Toni ha cogido a Elsa un poco a contrapié. No está segura de haberle entendido bien
- Dentro de seis meses. Misma acera, misma ahora. Repitamos esta noche

Los dos saben que es una idea absurda. Incluso suponiendo que se presentaran, que los dos decidieran seguir adelante con este loco plan, ¿qué posibilidades hay de que vuelvan a estar tan en sintonía como hoy? Uno de los dos puede que tenga un mal día, o que tenga la cabeza en otro sitio, o que simplemente no esté tan ilusionado con la idea como en este momento.

La vida cambia a cada minuto. No digamos ya en seis meses.

Es una locura, un planteamiento infantil. Y sin embargo...sin embargo los dos están dispuestos a arriesgarse a sufrir una decepción. Es cuestión de tener fe en que mañana será mejor que hoy.

- ¡Sí! - dice Elsa, mientras entra en el vagón de metro, un segundo antes de que las puertas se cierren. ¡Hagámoslo!

La historia que nos ocupa acabará antes de esos seis meses, así que es imposible saber si realmente los dos se presentarán. Pero podemos usar la imaginación para decidir cuál será el siguiente paso de esta pequeña historia. El futuro no está escrito y no podemos adivinarlo. Para nada nos impide soñar con el final que cada uno desearía que se hiciera realidad.


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