martes, 24 de julio de 2012

190. El columpio

Suena el teléfono. Son las 8 de la mañana y hace 50 minutos que Eli se ha ido (hoy tiene rodaje a primera hora). Javi contesta sin molestarse en comprobar el número desde el que le llaman.

- Estás vivo - dice con ironía Sara, condenando al fracaso la conversación con esa respuesta

Porque aunque sólo ha sido una broma, y lo sabe, la respuesta ha puesto a Javi de muy mal humor. A veces los pequeños detalles despiertan en nosotros reacciones en cadena que, desde fuera, parecen del todo desproporcionadas. Pero todo tiene su razón de ser.

A Javi siempre le ha molestado la forma en la que Sara hace el columpio. Distante y lejana cuando él muestra interés, próxima y cariñosa cuando no es el centro de su universo.

Lo peor es que no lo hace adrede. Sara sencillamente es así. Caprichosa, insegura, vanidosa. Deseando tener su atención, pero negándosela cuando él la busca a corazón abierto.

Es imposible que sea feliz así, piensa Javi. Queriendo una cosa y la contraria, anhelando intimidad, pero huyendo de ella como si fuera alérgica a la idea de que todo pueda simplemente ir bien. Eso fue lo que condenó su relación. Lo que la llevó a engañarle. La necesidad de castigarse por algo.

Antes le preocupaba y sufría por ella. Ahora simplemente intenta que la  avalancha no se lo lleve también a él por delante. Porque Sara es incapaz de ver que su actitud autodestructiva tiene un fuerte impacto en la gente que la rodea y que se ven atrapados en medio de su propio culebrón de autocompadecimiento. Atrae el dolor. A veces, Sara es una persona tóxica.

Lo ha aguantado muchas veces, pero hoy no le apetece jugar. Así que se muestra seco, le dice que está ocupado y cuelga. Harto de tener que adivinar qué quiere ella de él. Harto de saberlo y entender que le ama y no le ama, instaurada en una zona gris en donde la felicidad está prohibida.


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