martes, 31 de enero de 2012

15. Relojes parados

La mañana siguiente a la noche anterior (para Alex el tiempo ha dejado de tener sentido) Toni se presenta en casa de su amigo, por sorpresa, con gesto reflexivo.

- Lo he estado pensando - lo cual, todo sea dicho, es mentira. Se ha tratado de un impulso - Y he llegado a la conclusión de que es hora de abordar el tema de Anabel
- No quiero hablar de ello
- ¿Por qué? ¿Si haces voto de silencio crees que resucitará?
- Hijo de puta
- Me lo dicen mucho últimamente

Por un momento la rabia se apodera de Alex y sus ojos brillan de odio. Pero el estado de alteración sólo le dura unos segundos. Al final la chispa se extingue, como una cerilla en medio del viento. No hay nada dentro de él.

- Casi lo consigues - dice agradecido
- Lo que sea con tal de hacerte sentir algo, amigo. El odio es mejor que la desidia
- No ha funcionado - casi se lamenta de que sea así, de seguir muerto por dentro -  ¿Tienes otra idea?
- La verdad es que sí, pero tampoco te va a gustar. Quiero que veas a alguien. Se llama Kim

No es un momento catártico. Alex escucha las palabras, pero no las procesa. Las considera irrelevantes. Pero, sin que él lo sepa, el reloj muerto que habita en el cementerio de su alma acaba de poner en marcha su tic tac. El preludio a una nueva etapa que estará llena de momentos difíciles, extraños, pero imprevisiblemente esperanzadores.

lunes, 30 de enero de 2012

14. Lo que Elsa odia

Elsa odia despertarse sin tener la sensación de que una lluvia de estrellas teñirá el cielo de sueños imposibles.

Elsa odia que su risa ya no suene como cuando era una niña. Pero odia aún más no recordar exactamente cómo sonaba aquella risa.

Elsa odia sentirse sola en mitad de una multitud. Y no tener el valor de gritar en voz alta cuando se siente agobiada, para restaurar el orden natural de las cosas.

Elsa odia los spaghetti.

Elsa odia que Pablo acabe las frases que ella empieza.

Elsa odia que Pablo ya no muestre interés en acabar las frases que ella empieza.

Elsa odia tener miedo a tener miedo. Y a que las equivocaciones dejen de llegar por ello, o lo hagan en oleadas.

Algunas mañanas, Elsa odia a Elsa.

Elsa odia que la gente le diga "no te preocupes". O "sé cómo te sientes". Porque si ni siquiera ella misma lo sabe, ¿cómo puede alguien atreverse a hacer semejante afirmación?

Elsa odia a los hombres con bigote. Piensa que no se puede confiar en ellos.

Elsa odia que la vida tenga reglas que ella no entiende.

Elsa odia que sus pensamientos escapen a su control y campen a sus anchas por su cerebro.

Elsa odia estar pensando en las cosas que odia, mientras intenta, sin éxito, reprimir las furtivas lágrimas que, por motivos desconocidos, han decidido teñir sus lindas mejillas de un azul triste, como los actuales sueños de Elsa.

domingo, 29 de enero de 2012

13. Estados de ánimo

Son las 2 de la mañana. En la pantalla, Amelie y Nino recorren en moto las calles de París. En el desordenado cuarto, recostado sobre una cama llena de ropa arrugada,  Javi se pregunta cómo ha acabado allí, en la casa de una excéntrica y joven taquillera, de nombre Lorena, que le trata como si fuera un amigo de toda la vida.

No se queja. Ha sido una noche maravillosa.

Se han pasado la mitad de la película hablando, aunque a Lorena le ha dado igual, porque se la conoce de memoria. Le ha contado a Javi que adora el cine, que no sabe si irá a la universidad, que quiere viajar a Tailandia (aunque no sabe explicar por qué) y que a veces se pregunta si no será lesbiana. Javi, para corresponder a su anfitriona, le ha hablado de su trabajo, de la película, de su viaje a Japón y de todo cuanto se le ha ocurrido. De todos menos de Sara.

- Creo que debería irme - termina por decir él, con desgana. A decir verdad, se siente muy a gusto
- Ok - contesta ella - Oye, ¿vendrás mañana al cine?
- Lo intentaré - contesta Javi, sin estar seguro de si realmente hará el esfuerzo.

Dos besos en la mejilla, una sonrisa y Javi sale a la calle, con algo de frío, pero contento por el modo en que se ha desarrollado la noche. Se maravilla al pensar cómo los estados de ánimo pueden ser tan volátiles, pasando de la tristeza a la alegría en cuestión de segundos.

Disfruta la sonrisa de la comisura de sus labios cuando un sonido lo cambia todo de nuevo. Mira su blackberry, estudia la notificación de facebook. Su tranquilidad se desmorona mientras lee el mensaje de Sara.

"¿Estás ahí?"

sábado, 28 de enero de 2012

12. Dioses de papel

Aunque habitualmente es su mejor amiga y compañera inseparable, hoy Toni no se siente arropado por la soledad. Con Alex lidiando con sus propios demonios y Javi rodando una película en algún pueblucho, se siente vulnerable y desarraigado. Odia esa sensación.

De repente piensa en Elsa y, cediendo a un impulso (uno del que sabe que más tarde se arrepentirá) le escribe un mensaje.

"Lo siento".

Pasados unos minutos, entiende que no habrá respuesta. Al menos no ahora. Llegará más adelante, en un momento inoportuno, como un mal chiste contado a destiempo.

Frustrado, Toni decide centrarse en la novela que escribe intermitentemente. Ese mundo imaginario que sí tiene sentido para él, donde puede dictar las normas, retocar el pasado y prever el futuro. No se considera un buen escritor, pero sí un creador magnánimo. Quiere a sus personajes. Les escucha, se esfuerza por entenderlos y dotarles de un propósito concreto. Les brinda atenciones que rara vez concede a los seres humanos en su realidad cotidiana.

Antes de comenzar a teclear, se para a pensar en su vida. En la ilógica sucesión de acontecimientos que van conformando su existencia. Y por un momento se pregunta si él no será también un personaje, en manos de un Creador con un tablero de juego más grande.

Un Creador mediocre en todo caso, se dice. Que ha perdido interés en mí, si es que alguna vez lo tuvo. O tal vez es  que no sabe cómo continuar mi historia. Y por un momento desea estar equivocado, confiando en que si realmente existe un Dios de papel, tenga preparado un gran final para él. Uno que le redima del mediocre resultado en el que está cayendo hasta el momento.

viernes, 27 de enero de 2012

11. Esas pequeñas sorpresas que a veces te reserva la vida

Llegó al cine a tiempo. Se acercó a la taquilla, sonrió a la joven que le miraba como a un bicho raro desde el otro lado del cristal y pidió educadamente una entrada. La chica frunció el ceño e hizo una mueca de contrariedad que logró descolocarle.

- No hay nadie más - contestó, en tono de disculpa

Javi permaneció de pie, en silencio, sin terminar de entender el significado de la frase en aquel contexto. Durante unos segundos los dos se mantuvieron inmóviles, hasta que la chica cayó en la cuenta de que  él posiblemente era de fuera del pueblo. Qué tonta, se dijo.

- Sólo proyectamos la peli si hay tres o más personas - se encogió de hombros de nuevo, al ver la cara de Javi - Lo siento mucho. ¿Qué quieres hacer?
- Bueno, dame la entrada. A lo mejor hay suerte y llega alguien más
- A lo mejor

Pero era evidente que la chica no lo creía. Aún así, Javi se dirigió a la sala y se sentó en una butaca de las primeras filas. Contó los minutos, al principio con esperanza. Pero cuando finalmente escuchó unos pasos que se acercaban, supo que no se trataba de otro espectador, sino de la taquillera, que venía a darle las malas noticias

- Lo siento mucho - le dijo
- No te preocupes. No es culpa tuya

Javi se levantó, ligeramente frustrado. Cuando ya se estaba yendo, escuchó una voz a su espalda, titubeante pero decidida al mismo tiempo, que le preguntaba:

- ¿Te gustaría ver "Amelie" conmigo?

jueves, 26 de enero de 2012

10. Sé feliz

"Sé feliz", dijo Anabel. Quizás no fueron sus últimas palabras, pero sí las últimas que recuerda Alex. Ha revivido en su mente tantas veces  ese momento que realidad y ficción se confunden ya sin remedio. La experiencia le dice que en la vida real las cosas nunca encajan tan perfectamente. Aún así, se aferra a la posibilidad de ser una afortunada excepción.

De todos modos, ¿qué tipo de mensaje es "sé feliz"? ¿Un consejo, una orden, un deseo? ¿Le dijo lo que pensaba que él quería escuchar? ¿Acaso creía que diciendo estas estúpidas palabras podría perdonarla por lo que le había hecho? ¿Que sería más fácil seguir adelante?

"Te luciste", piensa Alex con rabia. Porque la verdad es que no sabe cómo ser feliz. No ahora. No sin ella. Se siente solo, perdido, confuso. Ni siquiera está seguro de querer ser feliz. No sin ella.

Alex lleva casi dos semanas recluido en su casa. Acaba de levantar un enorme paréntesis en su vida, sin fecha próxima de caducidad. Ahora su mundo consiste en hacerse preguntas sin respuestas, caminar entre recuerdos de dudosa veracidad y castigarse intentando encontrarle sentido a unas palabras que podrían no tenerlo.

Es como una gripe alojada en el alma, se dice. Entiende los síntomas, conoce el proceso. Sabe que, aunque ahora sea incapaz de verlo, con el tiempo mejorará. Que un día se sorprenderá no pensando en ella. Que volverá a sonreír. Y que, de algún modo, llegará el momento en que todo sea un poco más fácil. Pero, como los malos pacientes, se resiste a creerlo.

Le gustaría poder ver a Anabel aunque sólo fuera una última vez. Preguntarle qué significa ese "sé feliz". Realmente querría poder hacerlo, pero es consciente de que su deseo es irrealizable.

Hasta donde sabe, los muertos no regresan de la tumba.

miércoles, 25 de enero de 2012

9. Sueños ajenos

Javi odia las comedias románticas.

Hubo un tiempo en que le encantaban. Pero eso fue hace años, antes de dedicarse a escribirlas. El problema es que es muy bueno en lo que hace. Recibe muchos elogios por el trabajo que aborrece, pero ninguno por el que realmente le apasiona. No se le escapa la dolorosa ironía.

Su entrada en el mundo del cine tuvo lugar seis años atrás, cuando no tenía ni idea de cómo funcionan las cosas. Ahora conoce los mecanismos a la perfección, pero el conocimiento le hace sentir infeliz y miserable. Añora los tiempos de la bendita ignorancia.

Escribió un guión, "Milagros tristes". Nunca esperó que nadie siquiera lo leyera. Pero Alex le convenció para que se lo dejara, y le señaló lo bueno que era. Después fue Toni. Luego el resto. Y cuando descubrió que por algún extraño motivo había gente interesada en su historia, comenzó a soñar. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo.

Logró que una productora se interesara por el guión. Le felicitaron. Dijeron que era perfecto. Y acto seguido, aparcaron el proyecto. "Necesita una reescritura", dijeron. No suya, por supuesto.

Pero lo curioso del caso es que, a raíz de aquello, le ofrecieron trabajo arreglando un libreto. Una comedia romántica. Así que comenzó a rehacer el trabajo de otros mientras esperaba que alguien rehiciera el suyo. Nada tenía sentido. Y sigue sin tenerlo.

Se siente apático, así que aparca el trabajo y se dedica a revisar el facebook de Sara. Alguien le ha escrito, un chico que él no conoce. Le entra una punzada de celos absurdos. Decide que tiene que salir de la habitación del hotel. Mira el reloj y piensa que, si se da prisa, aún puede llegar a la última sesión de cine. Sólo confía en que no estén proyectando una puñetera comedia romántica.

martes, 24 de enero de 2012

8. La cubierta del libro

Pelo corto alborotado. Zapatillas rosas, camiseta de ositos y gafas de sol en forma de corazón.

De esta guisa se presenta Kim en la cafetería, para sorpresa de los dos chicos. Eva, por supuesto, ni se inmuta. Es su mejor amiga, así que sabe que no es una pose. Es Kim 100x100 natural.

La impresión no mejora con la conversación. Kim hace comentarios tontos, habla sin parar, deja clara su fijación por los muñecos Potato y realiza una defensa a ultranza de los ewoks. Nada de lo que se espera de una chica de 26 años que ejerce como psicóloga.

Los dos chicos, Roberto y Marcos comienzan a intercambiar risitas. Durante la siguiente media hora se dedican a hacer pequeñas bromas a costa de Kim, que parece no darse cuenta de que está siendo motivo de mofa. Hasta que Marcos no puede aguantar más y decide poner la puntilla.

- Eva nos ha dicho que eres psicóloga.
- Um... sí - Kim tarda en contestar porque estaba sorbiendo su batido de fresa

Marcos le da un pequeño codazo a Roberto y los dos se ríen.

- Pues dime, doctora. ¿Qué evaluación psicológica harías de mí? ¿Me gustan los ponis rosas?
- No sé -replica Kim - Acabo de conocerte, eso lo podría responder mejor tu amigo, ¿no? Aunque no es muy observador. Ni siquiera se ha dado cuenta de que eres gay y estás enamorado de él.

A Marcos se le hiela la sonrisa. Intenta balbucear una frase, quizás una disculpa, tal vez una negación. Se pone rojo. Enmudece. Se levanta y sale de la cafetería. Segundos más tarde Roberto hace lo mismo, aunque en dirección contraria. No levanta la vista del suelo

Eva es capaz de contenerse hasta que se han ido antes de explotar en una carcajada. Kim, fiel a su estilo, apura su batido de fresa, sin darle mayor importancia a lo sucedido.

lunes, 23 de enero de 2012

7. Reinas derrocadas

Silvia es menuda y pecosa. Tiene una larga melena rubia y una sonrisa encantadoramente adictiva que con el tiempo se irá apagando. Es el pensamiento que se le pasa por la cabeza a Javi cuando entra en el despacho y la saluda con un firme apretón de manos, idea de él, que se transforma súbitamente en dos besos en la mejilla, por iniciativa de ella.

- Soy Silvia - se presenta con sincera alegría - Encantada de conocerte
- No
- ¿No qué?
- Que no estás encantada

Silvia le mira, extrañada. Javi resopla y hace una pequeña mueca. Parece un gesto casual, pero lo cierto es lo que tiene muy ensayado. Sólo quiere no resultar demasiado brusco. Ya ha soltado antes el discurso. Y también lo ha escuchado. Así que sabe qué se siente en ambos roles.

- Silvia, tu trabajo apesta. No es mi opinión, sino la de los productores. Por eso me han llamado. Y eso significa que voy a coger tu guión, masticarlo, pervertirlo y jodértelo. Esa será tu opinión. Y me odiarás, porque eres la reina derrocada y yo, el nuevo soberano de tu pequeño reino.

Silvia parece sorprendida. Por un breve instante, Javi teme que la chica se marche. O, peor aún, que se eche a llorar. Pero su reacción le coge por sorpresa. Porque Silvia se limita a encogerse de hombros y negar con la cabeza, como una niña pequeña que se niega a obedecer a sus padres.

- No. No te voy a odiar

Y Javi sonríe con ganas por primera vez en semanas. Deseoso de que la chica acierte, sabedor de que no es así. Se sienta en una silla y piensa: "dame tiempo".

domingo, 22 de enero de 2012

6. Hace tres meses

Hace tres meses, Elsa tenía problemas con Pablo. Incapaz de verbalizarlos, de entenderlos del todo, de discernir culpables, lo único que sabía es que no era feliz. Ya no.

Hace tres meses, Elsa conoció a Nacho. Era guapo y divertido. Y, lo mejor de todo,  un deseo entendible y alcanzable. Se acostaron. El mundo no dejó de girar. Elsa no se sintió súbitamente revitalizada. Sin llegar a arrepentirse de lo sucedido, regresó a su rutina diaria.

Hace tres meses, Elsa se lo contó a Toni. Y lo hizo porque secretablemente esperaba que, al compartir su historia, todo adquiriría un nuevo sentido y las dudas se disiparían. Pero, desilusionada, descubrió que sus deseos no se cumplieron. Se seguía sintiendo exactamente igual.

Hace tres meses, tras escucharla, Toni convirtió la historia de Elsa en un relato. Lo acabó en una noche, lo corrigió (es lo bueno de las historias, que puedes retocarlas) y se lo dio a su editor .

Toni no lo hizo porque Pablo le cayera mal. No le gustaba, eso era cierto. Pero si hubiera querido que se enterara, se lo habría dicho a la cara. Para algunas cosas Toni jamás se esconde.

Tampoco escribió el relato para castigar a Elsa. Uno no hace deliberadamente daño a la gente a la que quiere. Aunque a veces, intentando evitarlo, se causa mucho más dolor.

Toni escribió aquella historia para exorcitar sus propios demonios y buscar respuestas. Porque siempre había comprendido que, después de tanto tiempo, Elsa se resistiera a dejar a Pablo. Pero si necesitó algo más, si quiso sentirse especial, ¿por qué se echó en brazos de un extraño y no acudió a él? ¿Por qué no podía ver que él podía darle la felicidad que ella tanto anhelaba?

Escribió el relato, pero no halló la respuesta. Al menos tuvo el triste consuelo de crear una hermosa pieza literaria.

sábado, 21 de enero de 2012

5. La chica que amaba "Amelie"

Sólo hay una cosa peor que ser taquillera en un cine. Ser la taquillera del cine de un pequeño pueblo al que casi no acude gente.

Al menos así lo veía Lorena, que a sus 19 años se sentía vieja y maltratada por la vida. Faltaba media hora para la última sesión y no parecía  que nadie fuera a hacer acto de presencia.

Lorena mascaba chicle, aburrida. Meses atrás al menos tenía a Laura para hacerle compañía. "La doble L", como había bautizado a la sociedad. Cuando estaban juntas, jugaban a imaginarse las vidas de los espectadores, a darles una nueva identidad que creaban sobre la marcha. Pero Laura se había ido a la universidad, y sola ya no tenía tanta gracia.

Hizo una pompa gigantesca con el chicle, que luego explotó de manera ruidosa. Era un sonido gracioso, pero como no había nadie para reírse, Lorena tampoco lo hizo. Miró la cartelera y se mordió el labio.

"La culpa es de los dueños", pensó. Por seguir poniendo películas que nadie quiere ver, cuando lo que tendrían que hacer es proyectar "Amelie" cada noche.

Lorena adoraba esa película. La había visto decenas de veces  y tenía la firme creencia de que todo en el pueblo, desde el ruinoso negocio del cine hasta la vida de cada habitante, mejoraría considerablemente si todos se dejaban seducir, cada 24 horas, por la fascinante Amelie Poulain.

Pero el dueño, corto de miras, no compartía su visión. Así que, como castigo, tenía un cine al que no acudía nadie. Así lo veía Laura, ese joven espíritu viejo que tatareaba el "Les Jour Tristes" mientras esperaba el momento de ir a casa, ver de nuevo su película favorita e imaginar que vivía una gran aventura en París.

viernes, 20 de enero de 2012

4. La madrastra de Blancanieves

Toni entra en casa de Alex con desparpajo,  se encamina a la nevera y se sirve un refresco. Mira a su amigo, evalúa mentalmente la situación y decide que aún no ha llegado la hora de sacar el tema de Anabel. Así que bebe un trago, suspira y se sienta en el sofá.

- Hoy he visto a Elsa - anuncia con tono aburrido - Está enfadada por lo del relato. Como no podía ser menos

Alex le hace un gesto de reprobación que no recibe respuesta.

- Pero tú estás enamorado de ella - sentencia Alex
- Sí - una respuesta rápida, sin vergüenza ni necesidad de añadir una explicación
- Entonces, si sabías que iba a hacerle daño, ¿por qué lo hiciste?

A Toni la pregunta parece cogerle por sorpresa. Se encoge de hombros y sólo Alex, que le conoce, es capaz de intuir una microexpresión de arrepentimiento en su rostro. Pero, por supuesto, podría equivocarse.

- Supongo que porque no sé quererla de otro modo

Alex no sabe qué replicar, así que se queda en silencio. Toni se queda pensativo. Acaba el refresco de un trago, se gira hacia su amigo y, con voz despreocupada, exclama:

- ¿Crees que cuando la madrastra de Blancanieves se miraba en el espejo sabía que se estaba comportando como una cabrona?

Por un momento parece que la pregunta esconde una confesión sincera, preámbulo a una conversación que se antoja necesaria. Pero entonces Toni enciende la tele, como lo haría un niño pequeño para el cual todo lo que acaba de ocurrir es ya parte del pasado y, por tanto, irrelevante.


jueves, 19 de enero de 2012

3. Lo que dijo John Lennon

A punto de embarcar en el avión, revisó en su blackberry la cuenta de facebook por última vez. No su cuenta, por supuesto. El muro de ella.

Quería saber qué escribía, a quién. Qué le decían otros. Si se la notaba feliz o triste, aliviada o melancólica. Como si un reguero de frases dispersas en una pantalla pudieran servir para penetrar en el alma de alguien.

"Lo peor de todo es que si alguien debería entender esa verdad soy yo", pensó. Porque Javi era guionista de cine. Se ganaba la vida inventando vidas. Más aún, desde pequeño había adquirido la rara (y dudosa) habilidad de convertir su propia existencia en un espectáculo en el que nunca sabías cuánto había de verdad en lo que parecía estar sintiendo. Había creado un personaje de sí mismo, adicto a los faroles, como en los juegos de póker, siempre 95% de verdad y un 5% oculto. Pero el 5% vital para sentirse a salvo. Su coraza de seguridad.

Envolvió la blackberry con la palma de su mano. Suspiró y, compulsivamente, volvió a clavar sus ojos en la pantalla. Había refrescado la página 17 veces en la última hora.

"¿Por qué hacemos eso?", se preguntó. "¿Por qué nos interesa tanto saber cosas de la vida de alguien que ya no está en nuestra vida?". A fin de cuentas, ¿en qué podía ayudarle aquello? Recordó la frase de John Lennon: "la vida es lo que te ocurre mientras haces otro planes". Y por supuesto, nada de aquello estaba planeado. Y mucho menos el final, caótico, triste, sucio.

Pensó en cómo se había estropeado todo, repasó mentalmente los acontecimientos intentando descubrir de qué modo podría haberlo impedirlo. Pero, incapaz de dar con una respuesta, se conformó con volver a revisar, una última vez, la pantalla de su móvil



miércoles, 18 de enero de 2012

2. Todo es ficción

La vida, como los bailes de salón, se rige por movimientos mecánicos que se repiten invariablemente, formando patrones de conducta que terminan derivando en leyes no escritas.

Por eso, a pesar de saber el motivo de la visita de Elsa, la primera frase de Toni fue: "¿qué te pasa?". Y la segunda, no menos previsible, "¿estás bien?"

Pero Elsa no lo estaba. Ella lo sabía, él lo sabía.  Conversaciones en círculo que no llevan a ninguna parte. Porque lo divertido del ritual es que Elsa iba a formular una pregunta para la que ya conocía también la respuesta. Pero aún así, quiso seguir adelante

- ¿Cómo has podido convertir mi historia en un relato? ¡Te lo conté en confianza!
- Es sólo un relato de ficción - se defendió él con desgana - Nadie sabrá que estaba hablando de ti
- Yo lo sé - replicó ella - Y Pablo lo sabrá
- No creo que Pablo lea mis relatos
- Es mi vida. No tenías derecho

Y entonces Toni agachó la cabeza. Por un momento parecía que iba a saltarse el guión, aceptando la culpa en silencio. Pero entonces le vino a la cabeza una frase de la película "Storytelling". Y aunque por lo general su ego le llevaba a intentar crear sus propias respuestas originales, sin necesidad de recurrir a ningún tipo de cita, se dio cuenta de que, en este caso concreto, no encontraría mejores palabras que aquellas.

- Elsa, da lo mismo si te ocurrió a ti o no. Cuando llega al papel, todo es ficción.

Elsa lo miró, con rabia. Y acto seguido, se dio media vuelta y salió del despacho en silencio. Como mandan los cánones, fiel al guión no escrito para este tipo de escenas.

martes, 17 de enero de 2012

1. Y en la radio sonaba R.E.M

"That's me in the corner, that's me in the spotlight, losing my religion..."

Alex se paró a medio camino de regreso a su escritorio, y se concentró en la canción. Su favorita durante muchos años. Al menos hasta que su hermano se aficionó también a ella y comenzó a escucharla a todas horas durante semanas. Entonces dejó de parecerle tan especial. Pero era incapaz de decir si había sido debido a la sobreexposición a la melodía o por el hecho de haberse visto forzado a compartir aquella, su canción, con otra persona tan cercana a él.

En cualquier caso, lo que le había hecho detenerse no era aquel recuerdo, sino la letra de la canción. Sonrió para sus adentros. Por algún extraño motivo, todo lo que sonaba en la radio en los últimos días parecía hablarle directamente a él, como si fuera un mensaje directo lanzado a través de las ondas. "Sabemos cómo te sientes, sabemos que eres incapaz de expresarlo y por eso lo hacemos nosotros por ti"

Por supuesto, sabía que aquel pensamiento era absurdo. Que a veces uno ve sólo lo que quiere ver, y que en determinadas ocasiones creemos que el mundo gira a nuestro alrededor, cuando no es verdad. Pero no le importaba. Le reconfortaba sentirse consolado por la música. Le ayudaba a sobrellevar la tristeza de su situación, tan patéticamente cotidiana y común como estremecedoramente dolorosa para él.

Porque "Losing my religion", en contra de lo que mucha gente cree, no trata sobre la religión, sino sobre el amor y la obsesión. Dos conceptos que parecían haberse grabado a fuego en su piel.

Hacía doce días que había perdido a Anabel. Los doce días más largos en sus tres décadas de existencia.