viernes, 29 de junio de 2012

165. Momentos que no queremos que acaben jamás

Comen todo lo lento que pueden. Piden postre y café, retrasando el momento de levantarse de la mesa. Elsa mira a Toni con incredulidad y cariño. El chico ha llevado el peso de la conversación, hilvanando historias divertidas que jamás antes le había escuchado contar. Como una caja de sorpresas que finalmente se destapa.

Cuando salen de nuevo a la calle es casi la una de la madrugada. Elsa se mete las manos en los bolsillos mientras se balancea suavemente.

- Esta noche me he divertido mucho - confiesa
- ¿Por qué hablas en pasado? Todavía podemos continuar
- Es muy tarde
- Depende de para qué. Para ir a una terraza a bailar yo diría que es el momento perfecto

Elsa no puede evitar reírse. Definitivamente ese no es el Toni que ella creía conocer.

- ¿Desde cuándo te gusta bailar?
- ¿Desde cuándo a ti no?

Elsa da un paso atrás. Pero Toni sabe leer sus expresiones faciales como nadie, en un experto en un rostro que ha estudiado miles de veces. Y sabe que, si bien no ha dicho que sí, tampoco está convencida en su negativa. Aún tiene una oportunidad.

- Por favor, no me hagas suplicarte
- Tarde - ríe ella - Acabas de hacerlo

Toni sonríe concediéndole la victoria. En compensación, Elsa le coge de la mano y le empuja ligeramente calle abajo, a la zona donde se encuentran las terrazas.


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