domingo, 10 de junio de 2012

146. Juegos de azar trucados

Cada día Javi se despierta con una mezcla de ilusión y ganas de comerse el mundo. Con la esperanza de que en las siguientes 24 horas su vida va a cambiar para mejor.

Por desgracia, la mayoría de los días este sincero deseo inconformista dura sólo unos pocos segundos. El cansancio, el stress, la desidia o cualquier otro elemento de la larga lista que solemos usar como excusa para desviarnos de nuestro camino se apodera del guionista.

En días especiales, Javi logra hacer acopio de energías durante algunas horas. Aprovecha para intentar dar un giro a los acontecimientos. Coger el toro por los cuernos y enfrentarse a sus propios miedos e inseguridades. Jugar sin seguir las reglas y apostarlo todo al premio gordo.

Algunas veces logra pequeñas victorias. Otras, atesora grandes fracasos. Pero siempre son sus mejores días. Aquellos en los que demuestra la medida real de sus posibilidades. Cuando deja de ser una simple figura gris que se confunde entre la multitud, y brilla con luz propia.

El problema es que la realidad suele ganarle la partida. A pesar de sus buenas intenciones, Javi se enfrenta a un juego de azar trucado. Porque la banca no permite que todos seamos conscientes de nuestro ilimitado potencial. Sería tanto como admitir que podemos hacer realidad cualquier sueño, y eso es peligroso para el sistema preestablecido.

Por eso, cuando llega la tarde, la cotidianidad le ha hecho posponer sus grandes planes u olvidarlos por momentos. Otro día desperdiciado.

Afortunadamente cada noche, al cerrar los ojos, su cerebro le recuerda aquello por lo que lucha. Le exhorta, le anima. Y a la mañana siguiente, al menos durante un segundo, Javi vuelve a despertarse con una mezcla de ilusión y ganas de comerse el mundo.


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