miércoles, 27 de junio de 2012

163. Sensación de proximidad

Creemos conocer el mundo que nos rodea, pero no es verdad. En cuanto nos atrevemos a mirar nuestro entorno con ojos diferentes, la magia hace acto de presencia.

Toni no recordaba lo animada que podía ser su ciudad por la noche. Tampoco es que antes saliera mucho, nunca ha sido un ave nocturna. Pero aún así, le sorprende descubrir un mundo nuevo a pocas manzanas de su casa.

Están en una cafetería en la que ninguno de los dos había estado nunca, como si fuera mejor acudir a un terreno neutral desde el que poder empezar de cero, sin cargas emocionales. Por ahora el pequeño truco les funciona. Tras unos minutos un poco incómodos, no tardan en bajar la guardia y las sonrisas comienzan a aparecer de manera natural, sin esfuerzo.

La única medida consciente que toma Toni es la de no preguntarle a Elsa por detalles concretos de su vida. Si sale con alguien, si ha vuelto a ver a Pablo, en qué trabaja... esta noche nada de eso importa. Sólo quiere pasar algo de tiempo con alguien a quien quiso, quiere y siempre querrá.

Tampoco desea hablarle de Lorena, ni de lo que ha estado haciendo últimamente. Se pone algo tenso pensando en cómo eludir el tema, pero termina respirando tranquilo al darse cuenta de que Elsa tampoco parece tener un especial interés por conocer los pormenores de su vida. Como si le hubiera leído el pensamiento y estuviera de acuerdo con su punto de vista.

No debería extrañarle. Durante mucho tiempo sus pensamientos se complementaban casi por arte de magia.

Hablar de banalidades que se tornan en asuntos importantes. Porque les dan el punto de apoyo para sentirse cómodos y felices. Para sentir esa reconfortante y añorada sensación de proximidad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario