lunes, 25 de junio de 2012

161. Mentiras de papel maché

Duerme durante todo el vuelo, apoyando la cabeza en la ventanilla. Cuando el avión aterriza se siente desorientado. Una sensación que le invade cada vez, por muchos viajes que haga.

Sentado en una de las últimas filas (una de sus manías personales) Toni es de los últimos pasajeros en salir, con su pequeña mochila marrón en la que atesora todo cuanto necesita. Sonríe a la azafata con una mueca triste  y continúa caminando, melancólico y algo cansado, sin disfrutar del recuerdo del beso de Lorena tanto como sabe que en el fondo quiere hacerlo.

Coge el metro rumbo al centro de la ciudad. Es un viaje silencioso en un vagón silencioso. Son las once de la noche y tendrían que escucharse los bulliciosos gritos de los grupos de adolescentes que salen de marcha para celebrar que es viernes. Pero por algún motivo la alegría ha pasado de largo por donde él está. Para ser sinceros, agradece la sensación de calma.

Se baja en su parada. Mira hacia el cielo, sonríe y se dispone a caminar hasta su casa para dejar las cosas y dormir. Y entonces la ve al otro lado de la calle. La mujer de su vida. Elsa.

La vida juega con cartas marcadas. En su momento dijimos que ella había salido de esta historia para siempre. Y así era. En aquel momento. Hoy, esta noche, las cosas han cambiado. Porque si algo deberíamos aprender todos es que no debemos hacer promesas que no podemos cumplir.

En el collage que es su vida, Toni creyó que jamás volvería a cruzarse con ella. Pero ha resultado ser una mentira hecha de papel maché, capaz de aparecer de la nada trayendo como regalo toda una carga de antiguos recuerdos.

Ella no le ha visto. Le sería tan fácil como darse la vuelta y cruzar por otra calle. Pero no puede evitarlo. La llama por su nombre confiando en que se dé la vuelta. Lo hace.



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