jueves, 22 de marzo de 2012

66. Día a día

La cafetería está abarrotada pero Elsa sólo escucha el sonido del silencio en su corazón. Y entiende al fin que hay emociones invisibles que únicamente se echan en falta cuando ya no están.

Bebe el café con parsimonia. A fin de cuentas el mundo puede esperar por ella, no tiene prisa en llegar a ninguna parte. Lo peor de vivir en un estado de continua confusión es que nadie puede prometerte que alguna vez serás capaz de encontrar la salida del laberinto.

Está tan ensimismada en el vacío que siente en su corazón que apenas se percata de la presencia de Toni hasta que el chico ya está al lado de la mesa. Le gustaría mostrar sorpresa, alegría o enfado. Pero ya ha agotado las reservas de emociones. Está seca por dentro.

Toni, con gesto serio, se sienta y muestra las palmas de las manos, en señal de paz.

- No puedo prometerte nada - avisa - Estar contigo es como ir a quimioterapia cuando tienes cáncer. Sabes que es tu única esperanza, pero también que te está matando poco a poco. 

Elsa permanece en silencio, impávida.

- Sé que me necesitas y sé que te necesito. Lo que no sé es cuánto tiempo podré seguir a tu lado. En qué momento decidiré que amarte unilateralmente es demasiado doloroso como para seguir comprando entradas para el espectáculo.

Le coge la mano. Sonríe. Se esfuerza mucho en hacerlo

- Pero podemos ir día a día. Si tú quieres.

Elsa le devuelve la caricia. Y su rostro se transforma, como por arte de magia, y su sonrisa cálida y sincera hace que todo el sufrimiento de Toni merezca la pena

- Por supuesto que quiero - exclama. Día Uno de su extraña nueva amistad.


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