miércoles, 14 de marzo de 2012

58. Confusión

¿Por qué los sentimientos no tienen un manual de uso que regule su funcionamiento?

La idea le viene a la cabeza a Javi después de tomarse su tercera copa de vodka limón. Es viernes noche y está compartiendo mesa, risas y vivencias con Jorge, el novio de su compañera de trabajo. La misma que le aborrece con todo su corazón.

Lo lógico sería que Jorge le odiara también, pero ahí están, divirtiéndose como viejos amigos. Es raro, se dice Javi. Casi tanto como el que no deje de mirar a todas las chicas del bar, con deseo, sólo dos días después de haber entendido que aún ama a Sara. ¿Qué le mueve? ¿El despecho? ¿El dolor? ¿La necesidad de no sentirse solo?

No lo sabe. Y tampoco quiere saberlo. Borracho o sobrio, jamás entenderá la lógica de sus propios sentimientos. Hacen lo que se les antoja. Y hoy el grito unánime es que hay que divertirse.

Beben hasta las dos de la mañana, momento en el que Jorge, tras darle un fuerte abrazo y decirle lo bien que le cae, vuelve a casa, donde está seguro que Silvia aún le espera despierta para sonsacarle informacíón. Javi le da ánimos y deciden que esto tienen que repetirlo más a menudo.

Piensa en volverse también al hotel, dando por clausurada la noche, cuando a lo lejos reconoce a una hermosa mujer, vestida en un insinuante vestido rojo que le sienta de escándalo, que le devuelve el saludo y se acerca a donde se encuentra.

- Ah no, no puedes irte todavía - le dice Eli, con una sonrisa pícara, tras saludarle con dos besos

Y en ese preciso instante, aunque deseara con todas sus fuerzas que no fuera así, Javi no se acuerda de Sara, ni de nadie, concentrado en la preciosa actriz de ojos verdes y labios carnosos que está a muy escasos centímetros de él.


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