martes, 13 de marzo de 2012

57. Aquello que no conoces

Las personas guardan secretos. Lo hacen con los demás y también consigo mismo, como si sintieran la necesidad de protegerse de ciertos aspectos de su vida que les gustaría borrar con una goma mágica que les permitiera no ser tan complejos, tan imperfectos, tan débiles.

Álex nunca pretendió saberlo todo de Anabel. Sólo lo que ella quisiera contarle. Y esa sigue siendo su máxima. No tiene sentido conocer a una nueva Anabel cuando ama desesperadamente a la suya. Si hay diferencias significativas entre ambas, no cree que sea bueno saberlo.

Pero las estúpidas normas que elaboramos y en las que creemos como si fueran palabras grabadas en piedra siempre encuentran la manera de mostrarnos nuestra propia ignorancia.

Se encuentra por la calle con María, la mejor amiga de Anabel, a la que no ha visto desde el funeral. Por un momento piensa en cambiarse de acera, pero finalmente decide que uno no debe huir del dolor, sino combatirlo. En media hora también pondrá en entredicho esta decisión.

- Hola, Álex - le saluda María - ¿Qué tal estás?
- Tirando - dice con tristeza -  Es duro no tener conmigo a la mujer más maravillosa del mundo
- Me alegra que la recuerdes así, a pesar de... - no termina la frase
- ¿A pesar de qué?
- De nada
- ¿A pesar de qué, María?

La chica, consciente de la metedura de pata, intenta cambiar de tema. Pero Álex no se lo permite. Saltándose sus propias normas, decide que tiene que saber. Aunque no le guste lo que escuche.

Y, efectivamente, no le gusta. En absoluto.

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