martes, 6 de marzo de 2012

50. Pequeña cadena de mentiras

- Perdona que ayer no me conectara. Estuve trabajando hasta tarde - se excusa Javi
- No te preocupes. De todos modos no estuve en casa - responde Sara - ¿Cómo estás?
- Bien. Salgo con una chica
- No te lo había preguntado
- Pero me apetecía contártelo. Somos amigos, ¿no?
- Por supuesto. Perdona si ha sonado raro. Me alegro mucho
- ¿Y tú? ¿Estás con alguien? ¿Algo interesante que contar?
- Nada. Mi vida se ha vuelto completamente aburrida

La conversación entre Javi y Sara está plagada de pequeñas mentiras que se van acumulando en cada nueva respuesta, como si el propósito del juego consistiera en ir elevando el tono del engaño, hasta que finalmente un observador imparcial podría preguntarse por qué desean hablar el uno con el otro si realmente nada de lo que dicen tiene sentido.

Por supuesto, la gracia del juego consiste en que ninguno de los dos puede saber a ciencia cierta si está siendo engañado. Hay en sus respuestas una curiosa mezcla de mentiras piadosas y comentarios punzantes que vician la conversación hasta hacerla irreconocible.

- Mañana estaré en la ciudad - confiesa Javi en un impulso - Me gustaría verte...si tú quieres
- Me encantaría

Dos pequeñas pero importantes verdades, las primeras en toda la noche. Un atisbo de esperanza para la red de sentimientos cautivos que, tímidamente, susurran en sus conciencias que, a pesar de su frágil condición, ellos también merecen una oportunidad.

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