lunes, 5 de marzo de 2012

49. Encajar las piezas

Toni sólo sabe escribir cuando está triste. Hace muchos años, cuando aún era un adolescente, escuchó decir que los novelistas tienen que hablar de aquello que conocen. En su momento le pareció una estupidez. Se lo sigue pareciendo. Pero lo entiende más de lo que le gustaría.

Escribir es una señal de que falta algo dentro de ti. Es poner sobre el papel todo aquello que te preocupa, te inquieta o te conmueve. Es soñar historias para personajes que nacieron de ti, son una parte de ti, y te susurran al oído, aunque la gente piense que eres un loco por creerlo.

Cuando se levanta con ganas de sonreír, Toni cambia la soledad del papel por la compañía de sus amigos. Prefiere vivir a soñar.

La última semana  se ha dedicado a su proyecto más importante, que es su propia vida. Ha atesorado momentos maravillosos con Elsa en la cafetería, recuerdos de los que trascienden el tiempo, puesto que la alegría, como sabe, siempre tiene fecha de caducidad. .

Dedicado por completo a intentar encajar las piezas de su propia vida, ha descuidado a los protagonistas de su historia, dejándolos a su libre albedrío, responsables de sus propias erratas.

No se ha olvidado de sus personajes, los lleva en el corazón. Pero desearía no tener que acercarse nunca más a ellos. Estar demasiado ocupado con su propia alegría como para no verse obligado a tener que seguir imaginando la de otros.

Pero sabe que su sueño es una quimera. Que no ha escrito la última palabra. Que tarde o temprano el viento esparcirá de nuevo las piezas de su puzzle, y que cuando se sienta vacío e incompleto volverá a recurrir a sus creaciones en busca de respuestas. Rogándoles una palabra de consuelo, un rayo de esperanza, la promesa de que algún día podrá volver a despedirse de ellos.


1 comentario: