domingo, 18 de marzo de 2012

62. Una visita inesperada

Aporrean la puerta. Son las siete de la mañana de un sábado, y Kim se despierta sobresaltada por los golpes. Se pone una bata por encima de su pijama y abre la puerta, somnolienta.

El shock de encontrarse a Álex, con rostro sombrío, termina de desperezarla del todo.

- ¿Álex? ¿Qué... qué estás haciendo en mi casa?
- Me estaba engañando
- Espera, para el carro y serénate. ¿De qué me estás hablando?
- Anabel. Me estaba engañando. Iba... iba a dejarme

Demasiadas sorpresas para un día que acaba de nacer. Sin saber qué decir, Kim le invita a entrar y sentarse en el salón, mientras ella se dispone a hacer un poco de café. Ya dentro del apartamento, por primera vez en horas, Álex se da cuenta de lo errático de su comportamiento

- Perdona - se disculpa - Sé que no debería haberme presentado en tu casa, y además te he despertado uy... ¡oh, Dios! Espero que no estés acompañada
- La verdad es que sí, pero Félix no es celoso - ante la cara desencajada de Álex, Kim sonríe - Tranquilo, Félix es mi gato

Le sirve una taza de café y se sienta a su lado. Bosteza una vez, pide perdón y le mira fijamente

- Lo siento. Ahora ya estoy lista para escucharte. ¿Qué ha ocurrido?

Álex, el siempre calmado Álex, comienza a relatar la historia con vehemencia. Y Kim siente lástima. Porque de no ser por lo doloroso del tema, resulta reconfortante saber que, detrás de esa fachada triste que muestra todos los días, aún existe un corazón al que le hierve la sangre y es capaz de alterarse, pelear y gritar por las cosas que considera lo suficientemente importantes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario