jueves, 23 de agosto de 2012

220. Planes de futuro

Álex está en el salón, rodeado de papeles. Guiones a medio escribir, notas, esquemas... Busca inspiración  para volver al trabajo. Está ansioso por dirigir una nueva película. Siente que ha despertado de un sueño que ha durado demasiado tiempo y no tiene tiempo que perder.

Kim sale del dormitorio (ha vuelto a pasar la noche en el piso de su novio, a decir verdad prácticamente ya vive allí) y le besa en la mejilla.

- Voy al museo, a ver la exposición de Rembrandt. ¿Quieres venir conmigo?
- He quedado luego - se disculpa Álex - Además estoy con esto. ¿La semana que viene?
- Hoy es el último día - le informa Kim - Porfa, porfa, porfa...

Álex mira a su novia con cariño, pero su sonrisa deja a las claras que no va a ceder. Kim hace un mohín con la intención de hacerle sentir mal. Lo consigue sólo a medias.

- Te lo compensaré, te lo prometo. 
- Más te vale - ríe Kim - Y ahora te dejo con tus papeles importantes, que tengo que hacer un par de cosas antes de ir al museo y no quiero que me cierren. Quizás tú no aprecies a Rembrandt en su justa medida, pero yo no quiero perderme esa exposición por nada del mundo.

Sale del apartamento. Álex no tarda en perder la concentración. Por un momento siente el deseo de llamar a Kim al móvil y decirle que ha cambiado de opinión. Comprende que rechazar cualquier instante de felicidad a nuestro alcance es un lujo que nunca deberíamos permitirnos.

Al final no lo hace, al recordar que ha quedado. Pero la idea no deja de rondarle por la cabeza. La importancia que siempre parecemos darle al futuro y lo mucho que descuidamos nuestro presente. Vivir un día por delante es una estupidez, se dice. Y como tal, debería evitar hacerlo. Siempre.



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