lunes, 20 de agosto de 2012

217. Erratas y repeticiones

Todos cometemos errores que nos hubiera gustado no cometer. Equivocaciones que desearíamos poder enmendar. Nadie acierta siempre.

Es una de las primeras lecciones que nos enseña la vida. Nuestro perfecto mural impoluto no tarda en empezar a acumular manchas. De esas que se disimulan pero que no se quitan del todo.

A partir de ahí tenemos dos opciones. Dar por perdido el cuadro y y empezar a dar tumbos sobre la pintura, o aprender a admirar la belleza que hay en las imperfecciones. Lo primero es lo que hace Javi, que en su afán por tener la vida perfecta cada vez emborrona más el conjunto. Lo segundo es la opción de Toni, que sólo espera que sus fallos no empañen del todo los aciertos conseguidos.

Otra característica de los seres humanos es la necesidad que sentimos de repetirnos. Repetir comportamientos, errores. Historias. Sobre todo esto último. Las contamos una y otra vez, como si regresar a los mismos asuntos nos fuera a dar la clave para terminar de comprenderlos.

La obsesión nos hace aburridos. Pero hay que entender que si sentimos la necesidad de volver a hablar de algo es que, sea lo que sea lo que nos preocupa, aún no lo hemos resuelto.

Por eso Álex sigue hablando de Anabel. Ha contado las mismas historias cientos de veces, muchas más de las que él mismo es capaz de recordar. Si pudiera echar una ojeada a la transcripción de todas las conversaciones que ha mantenido en los últimos meses, se sentiría avergonzado al ver hasta qué punto da vueltas a las mismas cosas una y otra vez.

Y sin embargo no debería sentirse mal. Así somos todos. Nos creemos originales, pero en realidad sólo damos vueltas en círculo en nuestro pequeño universo. Nos equivocamos y volvemos a repetirlo desde el principio. Quizás sea estúpido. Quizás sea inteligente. En cualquier caso, es humano.


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