viernes, 10 de agosto de 2012

207. Arrepentimiento

Los seres humanos nunca nos damos prisa en enmendar nuestros errores. Creemos que disponemos de todo el tiempo del mundo para hacerlo. Nuestra arrogancia nos lleva a pensar que nosotros tenemos el control. Hasta que la naturaleza se harta y pone las cosas en su sitio.

Sara últimamente piensa mucho en los errores que ha cometido. Sabe que no existe una guía para el comportamiento humano, que en toda vida hay luces y sombras. Como en los musicales, sólo hay que intentar que el final tenga un poco más de colorido que los momentos precedentes.

Le hizo daño a Javi. Lleva mucho tiempo escudándose en que no sabía lo que quería, que no era feliz y que no fue del todo responsable de sus actos. Pero ninguna de esas medias verdades justifica su comportamiento. Se equivocó y hace mucho que lo sabe. Simplemente no quería admitirlo. No estaba dispuesta a ser la primera en dar su brazo a torcer.

Pero ahora necesita hacer las paces con Javi. Intentarlo, cuanto menos. No es una adivina, no sabe si su esfuerzo tendrá recompensa. No sabe si él la perdonará, si querrá escucharla siquiera. Pero puede dar lo mejor de sí misma intentando lograr que eso suceda. Nadie le pide más. 

Siempre, incluso en los peores momentos, han tenido una extraña relación de dependencia, como si estuvieran unidos por un invisible hilo que rehúsa romperse. Pero la tensa última conversación que mantuvieron, el hecho de que no la haya llamado ni escrito... Sara se siente huérfana.

Se podría pensar que su arrepentimiento es egoísta. Que sólo está dispuesta a asumir las consecuencias de sus actos porque no quiere sentirse abandonada. Tal vez sea cierto. Pero en este mundo nuestros motivos no siempre son puros. Y una disculpa sincera motivada por el miedo a perder a alguien siempre es mejor que un silencio orgulloso. Como mínimo, es un comienzo.




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