martes, 21 de agosto de 2012

218. Orgullo y dignidad

La distinción entre buenos y malos la inventaron, por supuesto, los que se definieron a sí mismos como "los buenos". Posiblemente también fueron los vencedores en el primer enfrentamiento entre dos facciones en conflicto. La historia, como se suele decir, la escriben los ganadores.

Lo mismo ocurre con el orgullo y la dignidad. Los que aducen esto último en la mayoría de los casos lo que quieren decir es que son demasiado orgullosos como para pensar siquiera en dar su brazo a torcer, como si hacerlo fuera una señal de debilidad.

Es más sencillo mantener el discurso de que hay cosas que son imperdonables y que no estamos haciendo ningún bien si finalmente las pasamos por alto. Pero, ¿qué bien puede hacer prolongar un conflicto sólo porque ambas partes son demasiado tercas como para admitir la posibilidad de que quizás ellos mismos tengan, si no toda, al menos parte de la culpa?

Toni aún piensa que Javi es el único responsable del problema entre ambos. Se metió en un terreno en el que sabía que no debía entrar y por unos motivos de difícil justificación. Al menos para él. Cada historia tiene dos caras. Y todo mentiroso termina creyéndose sus propias excusas.

Pero con el paso de los días, mientras las reacciones viscerales se han ido apaciguando, empieza a preguntarse si merece la pena. Si estar convencido de que tiene razón y que es Javi el que tendría que pedir perdón compensa el hecho de haber dejado de hablar con uno de sus mejores amigos.

Él no ha hecho nada malo, se excusa. Dar el primer paso parece una medida desesperada, como si estuviera renunciando a su dignidad. ¿Dignidad u orgullo? Ahí está la clave.

Y mientras debate sobre cuestiones baladíes, la única verdad que no admite discusión es que echa muchísimo de menos a Javi. El resto, ¿realmente importa?




1 comentario:

  1. Al final no hay nada como recuperar una amistad verdadera..y dejar atrás los nimiedades que emborronaban muy por encima a aquella.

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