jueves, 2 de agosto de 2012

199. Optimistas y pesimistas

Kim acaba de decirle a Álex que no pueden seguir siendo amigos. ¿Era acaso lo que esperaban que dijera? ¿Lo que temían? ¿Les afecta de algún modo? ¿Lo entienden? ¿Lo comparten?

Pesimistas y optimistas tienen maneras muy diferentes de afrontar la vida. Los primeros piensan en el "no", intuyen las desgracias antes de que ocurran. Pero pensar en lo malo no te prepara para hacerle frente cuando sucede. Es como intentar capear un maremoto armado con un flotador.

Los optimistas siempre confían en que las cosas siempre saldrán bien. Cuando así sucede, son felices. Pero cuando no, la única verdad es que están atrapados en el mismo maremoto que todos. Pensar que no te puede ocurrir algo tampoco te protege de que te acabe pasando.

Cuando nos sucede algo malo en la vida, no nos queda más remedio que seguir adelante. Pero en el mundo de la ficción siempre podemos decidir cuándo bajarnos del carro. Elegir el momento en que no estamos disfrutando del viaje y por tanto no nos compensa continuar.

¿Cuáles son aquí las perspectivas? Quizás los pesimistas piensen que "ya lo veían venir". Los optimistas podrán esgrimir que las decisiones no son irrevocables. Que quizás aún haya un futuro para ellos. Que si esperan lo suficiente, tendrán el prometido final feliz.

Así es la vida. Una mezcla de alegrías, sinsabores, sorpresas, decepciones, esperanzas y sueños encerrados en una caja. Un viaje en el que cuando todo va mal  soñamos con el día en que las cosas mejoren, pero que cuando van bien nos hacen vivir con el temor de que, tarde o temprano, todo empezará a torcerse. Las dos caras de una moneda condenadas a equilibrarse.

En cualquier caso Kim acaba de negarle a Álex su amistad. A día de hoy, y a falta de ver qué pasará mañana, esa es, sencillamente, la incontestable realidad.

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