miércoles, 22 de agosto de 2012

219. Por los motivos equivocados

Un tono. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. La voz pregrabada ofrece la opción de dejar un mensaje. Javi cuelga. Vuelve a marcar el mismo número. Espera los mismos tonos. Escucha la misma voz. Cuelga de nuevo.

Es la cuarta vez en 48 horas que intenta hablar con Sara sin conseguirlo. Finalmente se da por vencido. No soporta a la gente que no sabe captar los mensajes. Le parece de mala educación forzar situaciones que están perfectamente claras. La belleza de los convencionalismos crueles.

Se pregunta qué ha podido pasar. La última vez que hablaron fue algo brusco con ella, sí, pero no dijo nada tan hiriente como para que Sara haya decidido cerrarse en banda. Además, no es de esa clase de mujeres. Sara sabe encajar muy bien los golpes. Siempre la ha admirado por ello.

Deja el teléfono sobre el lavamanos, sintiéndose frustrado. Realmente quería hablar con ella. No es que esa conversación lo hubiera cambiado todo. O quizás sí. Nos gusta creer que tenemos el guión perfectamente aprendido, pero a la hora de la verdad no dejamos de improvisar nuestra vida.

Se queda a solas unos minutos, en silencio. Inspira profundamente y luego sale del cuarto de baño, se reúne con Eli y le comunica que no aceptará el trabajo. Que se quedará a su lado. Su novia reacciona con desbordante entusiasmo. Desearía poder compartir esa emoción.

Quizás sea lo que Javi quiere hacer. Tal vez incluso lo que deba hacer. Pero lo cierto es que toma la decisión por los motivos equivocados y sin conocer todos los datos de la ecuación. 

Desconoce que Eli cogió su teléfono hace dos noches para mandar un escueto mensaje que decía DÉJAME EN PAZ. Sin ese dato, por mucho que le de vueltas al asunto, y lo hará, nunca será capaz de explicarse de verdad el reciente curso de los acontecimientos.


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