domingo, 20 de mayo de 2012

125. Como siempre supiste, el mundo no se detuvo

Aunque esperaba levantarse pronto, cuando se quiere dar cuenta ya son las diez y media. Álex se despierta con algo de cansancio pero mucha determinación. Se afeita, se da una ducha y sale de casa silbando.

Llega al despacho de Kim sólo para comprobar que está cerrado. Llama a la puerta con dos golpes secos, pero no recibe respuesta. De repente tiene el presentimiento de que algo no va bien. 

La puerta contigua es una asesoría. Álex se asoma y, poniendo la mejor de sus sonrisas, pide ayuda a una señora de mediana edad que está sentada tras el mostrador y que le mira extrañada.

- Perdone, por casualidad no sabrá qué pasa con la consulta de la psicóloga de al lado. Estoy llamando, pero no me contesta
- ¿Eres un paciente?
- Sí...más o menos - acierta a decir antes de darse cuenta de que está dando más explicaciones de lo necesario, por lo que corta el grifo de palabras y las sustituye por una nueva sonrisa

La señora le evalúa con la mirada, mientras intenta decidir si fiarse del chico o no.

- Qué raro que no te avisara. Ayer me dijo que se cogía el día libre para pasarlo con su novio
- ¿Novio?

Hace la pregunta, pero no espera una respuesta. Ha sido más bien un acto reflejo, acompañado por la desaparición de cualquier esbozo de sonrisa.

Y mientras intenta salir del shock se da cuenta de que, aunque lo dijo muchas veces, nunca pensó en serio que durante su retiro el resto del mundo eligió seguir adelante con sus vidas. Y que esto siempre implica el riesgo de resultados inesperados, de esos que te apuñalan el corazón con saña.

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