miércoles, 9 de mayo de 2012

114. Victorias improbables

Odia ver llorar a un niño o sufrir a un animal. Álex es consciente de que en la vida hay miles de situaciones que son merecedoras de su compasión, pero por alguna razón estas dos siempre le afectan de un modo particularmente intenso.

Por eso se siente tan desolado al ver que el pájaro que Toni recogió parece estar dándose por vencido. Apenas se mueve, como si su vida se estuviera apagando.

Javi le pone una mano en el hombro a Álex. Desde que volvió a casa y supo cuál era la situación, él ha sido quien más tiempo ha pasado con el animal, sin separarse de su lado.

- Es como si la muerte se hubiera encariñado conmigo y se negara a abandonarme del todo- dice con resignación y algo de furia contenida
- No hay que perder la esperanza - intenta animarle Javi - Aún pelea

Álex asiente con la cabeza, pero tampoco intenta engañarse. Querer que algo suceda no nos libra de tener que mirar a la realidad a los ojos y aceptar su dictadura.

Piensa en Anabel, en el momento en que se enteró de que estaba muerta. Para ella no hubo resquicios de esperanza. Su chica murió en el acto.

Muchas veces se ha preguntado si fue mejor así. Recibir el impacto de golpe, tener al menos la certeza de la tragedia en vez de aferrarse a un resquicio de esperanza que la mayoría de las veces resulta inútil. No tenía claro cuál de las dos opciones era menos dolorosa.

Ahora por fin tiene su respuesta. A pesar de que todo le dice que el pájaro tiene los días contados, hay una parte de él que se mantiene serena y confiada.

Lo bonito de la vida es que a veces las victorias improbables acaban haciéndose realidad.



1 comentario:

  1. Es algo que me he planteado más de una vez, y por desgracia he vivido de cerca ambos casos, yo prefiero la esperanza. Se puede tener como un acto de fortaleza, lucha y optimismo, pero realmente creo que es un acto de puro egoísmo, al menos por mi parte.

    Besillos

    ResponderEliminar