lunes, 30 de abril de 2012

105. La tiranía de los culpables

La culpabilidad es un enemigo implacable.

No sólo se trata de una fuerza poderosa, sino que además actúa de manera sibilina, escondiéndose en nuestro subconsciente y guiando nuestros pasos con susurros y reproches.

La culpabilidad es lo que mantiene atenazado a Álex. Culpabilidad por seguir vivo cuando Anabel ya lo no está. Por poder soñar aún con noches mágicas que están por llegar, mientras que la historia de ella llegó a su fin y no habrá ningún nuevo recuerdo que añadir a lo que ya hay.

Por supuesto Álex no es consciente de esta circunstancia y lo confunde con una tristeza extrema. El chico cree que no es feliz porque no tiene motivos para serlo, sin darse cuenta de que está en guerra consigo mismo.

Su pensamiento racional le dice que todo es absurdo, que Anabel no celebraría que estuviera desperdiciando un solo día de su vida. Al contrario, estaría muy enfadada  por su comportamiento, porque nadie mejor que ella sabe lo valioso que es cada nuevo amanecer.

Jamás le perdonaría sus lágrimas de más, su apatía. Le pediría que siguiera adelante y se enamorara de nuevo. Aunque resulte duro, ninguno somos insustituibles. Siempre habrá quien esté a nuestra altura y logre hacer reír a la persona que amamos del modo en que nosotros lo hacíamos. Sólo la culpabilidad nos puede impedir entender esta verdad.

Eso es lo que le dice su pensamiento racional. Sin embargo prefiere no escucharlo. Opta por seguir caminando por la senda de la melancolía, echando de menos lo que ya no tiene en vez de lo que aún no ha conseguido. Esa es la trampa, esa es la tragedia.

Pero, por fortuna para él, las cosas van a cambiar esa misma mañana.

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