A los 14 años Álex se enamoró perdidamente de una chica de su clase. Durante semanas le dio vueltas a cómo declararse. Qué decir, dónde decirlo, cómo lograr que todo fuera perfecto.
En su cabeza la escena se repitió centenares de veces. Pero no se pareció en absoluto a lo que terminó ocurriendo. Al final. por culpa de los nervios, se lo soltó apresuradamente un día a la salida del colegio. Ella le dijo que ok, le dio un beso y se fue a su casa.
Un momento tan importante y la realidad lo despojó de cualquier carga emocional digna de reseñarse. Un anticlímax en toda regla.
La misma sensación vuelve a él la mañana del martes, al localizar, casi sin esfuerzo, al chico de la fotografía. Es un pueblo lo suficientemente pequeño como para que, tras preguntar a un par de personas, una reconozca a Marcos (ese es su nombre) y les indique dónde pueden encontrarlo.
Ni gran búsqueda ni experiencia mística. Su aventura ha resultado tener una fecha de caducidad mucho más corta de lo esperado. Y ahora que está en la puerta del comercio en el que trabaja Marcos, Álex se da cuenta de que no sabe si está preparado para escuchar la respuesta a la duda que le atormenta desde hace días.
Viéndole petrificado, incapaz de moverse, Kim le sacude los hombros dándole ánimos.
- Aquí vamos, compañero. Ahora tú y yo vamos a entrar ahí y que sea lo que Dios quiera. Como Butch Cassidy y the Sundance Kid al final de la peli, pero en plan remake. Versión siglo XXI
Álex mira a Kim y no puede evitar echarse a reír.
- Estás fatal de la cabeza, ¿lo sabes?
En su cabeza la escena se repitió centenares de veces. Pero no se pareció en absoluto a lo que terminó ocurriendo. Al final. por culpa de los nervios, se lo soltó apresuradamente un día a la salida del colegio. Ella le dijo que ok, le dio un beso y se fue a su casa.
Un momento tan importante y la realidad lo despojó de cualquier carga emocional digna de reseñarse. Un anticlímax en toda regla.
La misma sensación vuelve a él la mañana del martes, al localizar, casi sin esfuerzo, al chico de la fotografía. Es un pueblo lo suficientemente pequeño como para que, tras preguntar a un par de personas, una reconozca a Marcos (ese es su nombre) y les indique dónde pueden encontrarlo.
Ni gran búsqueda ni experiencia mística. Su aventura ha resultado tener una fecha de caducidad mucho más corta de lo esperado. Y ahora que está en la puerta del comercio en el que trabaja Marcos, Álex se da cuenta de que no sabe si está preparado para escuchar la respuesta a la duda que le atormenta desde hace días.
Viéndole petrificado, incapaz de moverse, Kim le sacude los hombros dándole ánimos.
- Aquí vamos, compañero. Ahora tú y yo vamos a entrar ahí y que sea lo que Dios quiera. Como Butch Cassidy y the Sundance Kid al final de la peli, pero en plan remake. Versión siglo XXI
Álex mira a Kim y no puede evitar echarse a reír.
- Estás fatal de la cabeza, ¿lo sabes?
- Por supuesto. Y ahora consigamos nuestra maldita respuesta, pistolero
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