jueves, 19 de abril de 2012

94. La noche anterior: Toni

Las películas son, en su gran mayoría, predecibles. Saben quiénes son los protagonistas. Cuentas con que llegarán al final. Que todo tendrá algún tipo de sentido.

En la vida real la gente se pierde por el camino. Nunca puedes estar seguro de cuánto tiempo te acompañarán en tu viaje. Los amigos no son para siempre. Desaparecen, vuelven, son reemplazados e incluso a veces se convierten en presencias extrañas, recuerdos lejanos de otras épocas perdidas en la noche de los tiempos.

Toni siempre creyó que Elsa sería el eje central de su historia. Hasta esta noche.

Ahora, en la cafetería, mientras la observa con rabia y tristeza (imposible identificar los detonantes de ambas emociones) se da cuenta de que sus caminos se separan allí. Y que la conclusión no va a ser satisfactoria. Que no hablarán de todo aquello de lo que querrían hablar. Porque, como aseguraba la película de Isabel Coixet, "las cosas más importantes son las que no se dicen".

Entiende que la respuesta es que quiere quedarse con Elsa, pero que la va a sacar de su vida. Para siempre. Por mucho que le duela. Porque Toni sabe que las utopías son irrealizables, y que hay que saber cuándo retirarse del campo de batalla.

A veces se gana, a veces se pierde. Hoy toca perder.

Por eso le da un beso en la mejilla a Elsa y sale de la cafetería del mismo modo que sale de la vida de la mujer de sus sueños. 

Elsa está a punto de desaparecer de nuestro relato. Es difícil saber si algún día regresará a él. Tiene muchas cosas que contar, eso está claro. Pero no será aquí.

El final de cada historia es siempre el inicio de un nuevo relato.


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