martes, 3 de abril de 2012

78. Interludio: Milagros tristes (II)

Joseph es incapaz de entender por qué se le concedió precisamente a él esa segunda oportunidad que, obviamente, no se merecía. Es consciente de que ha malgastado su vida. Se siente un fraude.

Mientras, Tom y su ex mujer comienzan a enamorarse de nuevo. Pero la ilusión de ella contrasta con las reticencias del periodista, que sigue sin confesarle la verdad sobre su estado de salud.

Abatido por la pena, Tom abre finalmente su corazón a Joseph. Le confiesa que se está muriendo y que tiene mucho miedo. Pese a todo, está enormemente agradecido a su nuevo amigo por haberle mostrado todo lo que se estaba perdiendo. Aunque no le queda mucho tiempo, intentará aprovecharlo al máximo.

Al día siguiente es Joseph quien, cogiéndole de las manos, le da las gracias a Tom. Le dice que finalmente ha entendido por qué se salvó de la muerte hace cincuenta años, que todo tiene sentido. Luego le pide que se vaya, que está cansado. Tom promete volver al día siguiente.

Tom pasa la noche con su ex mujer. Se acuestan. Él le confiesa que se está muriendo. Ella le dice que estará a su lado hasta el último momento.

Por la mañana Tom recibe una llamada. Joseph ha muerto durante la noche. Aún en shock, recibe otro mensaje, esta vez de su médico: el cáncer ha desaparecido por completo. No sabe cómo explicarlo. Pero Tom sí. Sabe que fue Joseph. De algún modo logró curarle, dándole una segunda oportunidad. Y, de paso, encontró sentido a su propia existencia, a su misión en la vida.

Como último gesto de amistad, Tom encuentra a la antigua novia de Joseph, ahora ya una anciana, y le dice que éste nunca dejó de amarla. Luego Tom regresa con su mujer, que vuelve a estar embarazada. Todo un milagro. Uno que, esta vez, tendrá un final feliz.




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