viernes, 13 de abril de 2012

88. Deliberaciones con una almohada

Lleva toda la noche sin pegar ojo, intentando encontrar una solución a sus conflictos amorosos. A decir verdad sabe cual es, pero no le apetece admitirla. Como siempre dice su madre, todos los problemas tienen remedio. Lo que ya no hay son soluciones agradables para problemas complejos.

Al final, Javi se rinde a la evidencia: tiene que dejar de ver a Silvia. Es lo mejor para todos. Así ella no engañará más a Jorge y él no tendrá que renunciar a Lorena. Siendo sinceros, la segunda parte pesa mucho más que la primera. Si la incluye en sus deliberaciones es simplemente porque es un argumento moralmente sólido, que le hace sentirse mejor consigo mismo.

En la soledad de su hotel la decisión, si no sencilla, parece al menos tolerable. El problema es que la tarde anterior sirvió para demostrarle a Javi que no es una persona que sepa gestionar bien el tema de las tentaciones. Mientras siga estando cerca de Silvia y ella quiera, seguirán acostándose.

Dicho lo cual, sólo hay una cosa que pueda hacer al respecto. No hacer que la despidan, por supuesto. Puede que no sea tan buena persona como le gustaría, pero tampoco es un cabronazo. El trabajo es sagrado. Y más teniendo en cuenta que Silvia escribió el guión de la película (aunque cada vez queda menos de ella en el resultado final, las cosas como son)

Eso está fuera de toda discusión. Así que, a su pesar, es él quien va a tener que renunciar a la película. Dimitir esa misma tarde y volver a su casita.

La idea no le seduce, por más que siga odiando las comedias románticas. No le gusta dejar las cosas a medias, y menos un curro. Así que durante otra hora consulta su dilema con la almohada, confiando en encontrar una nueva aproximación en la que aún no haya caído. No tiene suerte. Maldice su mala fortuna mientras comienza a pensar en preparar las maletas.


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