martes, 10 de abril de 2012

85. Errores persistentes

Silvia se muere de ganas de hablar. Javi también. Pero al no saber qué pasa en la cabeza del otro, ninguno se decide a dar el primer paso. Y así es como se las ingenian para evitarse durante todo el día. Hasta que, a última hora, entienden que es hora de clarificar las cosas.

Se encierran en el despacho. Están solos en la oficina, todo el mundo se ha ido a casa. Nada más cerrar la puerta, Javi comienza a sincerarse.

- Me siento fatal - confiesa - No sé qué estoy haciendo, y además mi amiga Lorena piensa que...
- Espera, ¿tu amiga Lorena? ¿Le has hablado de esto a una amiga?
- Sí - Javi no entiende cuál es el problema
- ¿Y por qué tienes que meter a tus amigos en esta historia?
- ¿Porque son mis amigos? ¿Porque les preocupa cómo estoy y quieren verme feliz?

Silvia lanza un grito ahogado. De repente vuelve a sentir un inmenso enfado hacia el chico.

- ¿Y te crees que está siendo fácil para mí? Volver a casa y estar con Jorge, mentirle, ocultarle lo que ha pasado. Joder, es un tío increíble y no se merece nada de esto
- Lo sé
- ¡Pero no lo digas como si yo fuera la única culpable, bonito!
- No es lo que pretendía. Sólo quería decir que...

Ese es el problema. Que no sabe qué quiere decir realmente. Y está enfadado, y confuso, y atrapado en una encrucijada. Exactamente lo mismo que Silvia. Los dos saben que están metidos en un lío que tendrían que resolver cuanto antes. Sin embargo optan por besarse, persistiendo en lo que saben que es un error, pero que, ahora mismo, es lo único en lo que pueden pensar.

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