jueves, 12 de abril de 2012

87. Desdibujado

Como un dibujo realizado en la arena al que la marea le niega la oportunidad de seguir existiendo. Así es como se siente ahora mismo Toni.

Ha dedicado muchas horas a conocerse a sí mismo, a pesar de que no todos los descubrimientos le han hecho feliz. Pero le gusta jugar sobre seguro y saber quién es. Es su tabla de escape en un mundo irracional que no comprende bien. A falta de empatía, necesita autoconocimiento.

Sin embargo en las últimas semanas ha dejado de reconocerse. Aún quedan destellos de su personalidad, como en la entrevista del día anterior. Pero en líneas generales sabe que hace tiempo que ya no se comporta como siempre, sino como una triste caricatura de sí mismo.

No es que le importe lo que los demás puedan estar pensando. Pero sí que le molesta su propio juicio de valor. Porque se echa de menos y se pregunta cuándo comenzó a dejar que la melancolía se adueñara de sus actos, convirtiéndole en una marioneta excesivamente melodramática que reacciona exageradamente a cualquier revés de su corazón.

Es por Elsa, eso lo sabe. Y benevolente como es consigo mismo, entiende que el amor no correspondido es una herida que tarda en sanar. Pero eso no le da carta blanca para cambiar toda su personalidad, forjada con esfuerzo a lo largo de muchos años. No puede consentirlo.

Toni es Toni. Exasperante e imposible, lleno de defectos, y aún así plagado de virtudes. Sabe las respuestas a las preguntas. Por eso odia no reconocer a la persona que ahora mismo está al mando. Esa que sólo sabe decir "no lo sé" en vez de "no tiene importancia, puedo arreglarlo".

Es hora de recuperar el control. Si no, corre el riesgo de convertirse en una imagen deformada de sí mismo, sin que queden pruebas del Toni que durante mucho tiempo estuvo orgulloso de ser.


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