sábado, 25 de febrero de 2012

40. Moralejas

Están en el  metro, en un vagón en el que un señor de mediana edad destroza una canción de Nino Bravo esperando unas monedas como recompensa ("o un soborno para que deje de cantar", como apunta Kim), cuando Álex se percata de que ha vuelto a caer en el engaño

- No tienes ni idea de a donde vamos, ¿verdad?
- No - admite Kim, satisfecha - ¿No te parece que así es más emocionante?

Álex suspira mientras la chica ríe. Durante las siguientes paradas proponen y descartan varios destinos, y finalmente acaban poniendo rumbo al parque de atracciones.

Allí hacen una primera parada en la montaña rusa, en donde se montan varias veces consecutivamente. Luego juegan una competición de disparos en el túnel de Scooby Doo que gana él porque, en opinión de Kim, "su pistola estaba trucada y le han hecho trampas". Después montan en los coches de choque, compran algodón de azúcar y visitan la casa del terror.

Para cuando salen del parque ya es de noche. Los dos sonríen estúpidamente, mientras se empujan el uno al otro, como adolescentes juguetones. Pero no lo son, y Álex lo sabe.

- ¿Y bien? - pregunta - ¿Para qué me has traído aquí? ¿Cuál es la moraleja?
- La moraleja es que no hay moraleja. Simplemente se trataba de pasarlo bien
- ¿Nada más?
- ¿Te parece poco? - por un momento Kim se pone seria - No todo debe ser trascendente en la vida, Álex. A veces se trata sólo de dejarse llevar y sonreír.

Y al decir esto, cambia la expresión y vuelve a parecer la chica despreocupada de siempre. Arquea las cejas y reta a Álex a una carrera hasta la estación de metro. Entre risas, él acepta encantado.


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