miércoles, 8 de febrero de 2012

23. Escenarios

Desde hace años, antes incluso de que las cosas empezaran a torcerse siquiera un poco, Elsa siempre ha fantaseado sobre cómo podría ser su ruptura con Pablo.

A veces se imagina que llega a casa antes de tiempo y lo sorprende en la cama con otra. Antes, la idea le causaba angustia. Ahora no puede negar que en cierta forma sería una opción liberadora, que le daría la excusa perfecta eximiéndola de toda culpa, como en la película "Melinda y Melinda"

En ocasiones está convencida de que todo sucederá tras una fuerte discusión que empieza por un motivo estúpido, como a quién le toca fregar los platos, y que luego sube en intensidad hasta que se hace insoportable. Y tras horas de gritos, reproches y llantos, deciden dejarlo.

En los días en los que su imaginación se dispara, piensa en qué ocurriría si al regresar a casa Pablo hubiera hecho las maletas, marchándose sin dar explicaciones. O al revés, qué cara se le quedaría a su novio si un buen día ella decidiera coger el coche y no mirar atrás.

Se le ocurren rupturas de buen rollo, de esas que se celebran con una copa y que se prolongan con citas dobles con sus respectivas nuevas parejas. O que la contratan en otro país y la distancia hace mella, y un buen día, en uno de los viajes, surge la inevitable conversación.

Por telefóno, por email. Por SMS. Ha pensado en todas las maneras, desde las más sencillas hasta las más rebuscadas. En su mente, ha completado el espectro, viviendo la misma situación mil veces distinta. Quizás piensa que eso la ayudará a sentirse preparada si llega el momento.

Pero lo cierto es que, pese a todo, la realidad la coge por sorpresa. No hay amantes, ni vino, ni gritos. Simplemente están en casa, por la noche, viendo la tele después de cenar. Y de repente Elsa siente que le falta el aire, mira a Pablo y, con semblante serio, le dice: "tenemos que hablar"

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