sábado, 18 de febrero de 2012

33. Medidas de seguridad

Javi viaja mucho en avión, pero hace años que no presta atención a las demostraciones de seguridad. Está convencido de que si alguna vez tiene la desgracia de verse en una situación crítica, será incapaz de seguir los consejos que tan amablemente se le ofrecen.

Siempre ha tenido claro que en esos momentos reinará la histeria, la gente se dará codazos y él saldrá por donde lo vea más fácil, sea la salida que le corresponde o no. Porque hay tragedias para las que de nada vale estar advertido. Un tornado lo arrasa todo a tu alrededor, tanto si lo ves venir como si te coge de sorpresa. Si estás en su camino, estás perdido.

Pasa un buen día en la oficina con Eli, enseñándole el plató y dejándola en manos del director. Flirtea con ella, sin sentirse culpable. Es agradable poder jugar a mostrar sólo la cara buena y confiar en que la otra persona venga sin demasiado equipaje. El tiempo ya pondrá las cosas en su sitio.

Por la noche, pasa a saludar a Lorena que, sorprendentemente, tiene lío en la taquilla. Espera a que la película comience, la invita a una cerveza y charlan un poco sobre nada en particular.

Se marcha a casa sin sentir el peso de la vida sobre sus hombros. Se encuentra feliz. Aliviado. Todo parece más sencillo, como si hubiera hecho limpieza en el desván de su cerebro y ahora cada pensamiento estuviera en su sitio.

Entonces, enciende el móvil. Tiene un nuevo mensaje de Sara. Y aunque ha pensado miles de veces sobre cómo tiene que reaccionar en estas situaciones, no puede evitar escuchar el sonido del tornado que se forma en su interior. Y comprende que el choque es inevitable, y que intentar mantener la calma y seguir el manual de instrucciones resulta dolorosamente fútil.

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