jueves, 9 de febrero de 2012

24. 7.45 am

En la mesa de la cafetería hay tres sillas, tres cafés pero sólo una persona. Toni mira al infinito, sin demasiadas esperanzas de tener compañía. Pero no le importa.

Desde hace casi ocho años, cada miércoles, a las 7.45 am, Javi, Alex y él se reúnen en ese mismo lugar, en esa misma mesa. Por difícil que resulte creerlo, ninguno ha faltado jamás a la cita.

Siempre hay una primera vez para todo.

Toni lo entiende. Tras el shock inicial, ahora Alex está verdaderamente inmerso en su proceso de duelo. Y Javi rueda una peli al otro extremo del país. Cosas que pasan. Y aún así, siente que su presencia allí es necesaria, como la de un viejo soldado en su última guardia. El final de un pacto no escrito al que la vida le pasó por encima.

Sin embargo, no está solo mucho más tiempo. Contra todo pronóstico, Alex hace acto de presencia. Saluda a Toni con una inclinación de cabeza y se sienta en su silla, siguiendo el ritual.

- ¿Qué tal con la psicóloga? - se interesa Toni
- Es rara. No parece una psicóloga - se lleva el café a los labios - ¿Y tú qué tal?
- Me han despedido

Alex asiente y bebe otro sorbo. Los dos se miran y sonríen. Pero es una sonrisa triste, porque el ritual está incompleto. Es estúpido aferrarse a una ridícula tradición, pero no pueden evitar sentirse hundidos por sentir que el vínculo se ha roto y que el mundo es un lugar un poco más triste ahora.

Al menos hasta que escuchan una voz familiar a sus espaldas, que dice:

- Espero que tengáis algo interesante que contar. No he recorrido 500 kilómetros para escuchar vuestras tonterías de siempre.

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