lunes, 24 de septiembre de 2012

252. Magia real

Estamos tan obsesionados con que la magia llegue a nuestras vidas que no nos damos cuenta de que las cosas realmente extraordinarias suceden ante nuestros ojos, sin artificios ni fanfarrias.

No hay señales en el cielo que nos indiquen cuándo un día va a ser especial. Eso queda para el cine, con sus estructuras y sus músicas generadoras de estados de ánimo. En la vida real la felicidad y la tragedia golpean con una naturalidad tan pasmosa que a menudo tardamos tiempo en entender que hemos vivido un momento trascendental.

Eva, que pasa cada mañana en el hospital visitando a Kim, cambia hoy su horario porque tiene recados que hacer, de modo que acude a media tarde. Y es así como conoce a Toni.

Se presentan, se saludan y conectan. Así de sencillo, así de simple. A veces entra en nuestra vida alguien con quien nos sentimos cómodos desde el primer momento. Contamos cosas a los recién llegados que jamás hemos compartido con amigos que han estado ahí durante décadas. Oportunidad, suerte, química... En definitiva, la magia de las conexiones humanas.

Charlan durante un rato, en la habitación de Kim. Luego se van a tomar un café y terminan cenando juntos. Ríen como si fueran grandes amigos. Y entre ellos surge un extraño vínculo difícil de describir con palabras. Si durará un día o una vida, es algo para lo que no tienen respuesta. Y tampoco les preocupa en exceso. 

A veces creemos saber qué queremos en la vida. Juramos amor eterno a alguien o pensamos que nunca nos volveremos a enamorar. Deseamos estar solos o en compañía. Y entonces un día nos descubrimos haciendo exactamente lo contrario. Porque la vida sigue. Y si la felicidad toca a la puerta, nadie es tan idiota como para decirle que está llamando a la casa equivocada.


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