miércoles, 12 de septiembre de 2012

240. Clímax

Las películas se dividen en actos. Y en el tercer acto, el de la conclusión, uno espera un gran clímax en el que sucedan cosas importantes que cambien el status quo de los protagonistas. Personajes que ganan, que pierden, que se van, que se quedan...

En el final de la historia entre Silvia y Jorge cabría esperar uno de esos momentos trascendentes. Quizás que ella, atormentada por el peso de la culpa, terminara confesándole que le fue infiel con Javi. O que Jorge, tras una discusión, fuera el que admitiera saberlo desde hace bastante tiempo. Que se enfrenten a sus culpas, secretos, decisiones... Es lo que uno esperaría.

Sin embargo nada de esto sucede.

La vida para ellos continuará sin sobresaltos. Seguirán juntos, enamorados el uno del otro. Todo lo enamorados que se puede estar cuando ya se ha abandonado la fase de la luna de miel pero aún así uno no se imagina la vida sin la otra persona.

Silvia jamás confesará su desliz y Jorge no sacará el tema en el futuro. Seguirán juntos durante mucho tiempo, en una duradera, estable y feliz relación libre de nuevas infidelidades.

Jorge descubre, con agrado, que cada día el peso que siente sobre sus hombros es menor y más manejable. Hasta que llega un día en el que, si bien no olvida lo ocurrido, al menos deja de pensar en ello. Lo aparca en un lugar de su memoria al que no tiene pensado acceder. Y ahí se queda.

A veces lo impensable sucede. Superamos aquello que pensábamos que jamás lograríamos superar, y lo que un día fue primera plana se convierte, con el tiempo, en una nota a pie de página. Todo pasa. Lo bueno y lo malo. Lo que queda entre medias, esos sencillos sentimientos a los que muchas veces no damos demasiada importancia, es lo que realmente termina importando.


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