martes, 11 de septiembre de 2012

239. Charlas unidireccionales

Cada tarde Toni encamina sus pasos hacia el hospital. Se dirige a la habitación de Kim, se sienta al lado de su cama y habla con ella durante una hora. Hasta el momento la charla ha sido siempre unidireccional. Pero no pierde la esperanza de que algún día la cosa cambie.

Es su ritual diario, uno que no piensa saltarse. Como si tuviera la obligación de visitar a una mujer a la que no conoce personalmente y a que, siendo realistas, hay muy pocas posibilidades de que algún día llegue a conocer. Pero Toni nunca ha sido una persona realista.

Está convencido de que ahí es donde debe estar. Aunque nadie se lo haya pedido. A decir verdad ni siquiera Álex sabe lo que está haciendo. Y no tiene interés en que se entere. Porque no es un gesto de cara a la galería, de esos que sirven para que los demás vean qué gran amigo eres. Odia esos gestos. Prefiere los detalles invisibles, esos por los que uno no recibe nuevas recompensas.

Tiene a Álex como amigo. Esa ya es suficiente recompensa.

Como cada tarde se sienta junto a Kim y comienza a hablarle. Se da cuenta de que si la chica despertara se sentiría confusa al verle allí, preguntándose quién diablos es. Pero esa es una situación que le gustaría mucho que se produjera.

Hay médicos que insisten en que los pacientes en coma pueden escuchar a sus visitantes. Toni cree que eso es una chorrada. Pero eso no le impide pedirle, casi exigirle que se levante. Álex le necesita. No puede hacerle eso. Ya vale de ser tan egoísta. Tiene que abrir los ojos.

Sus palabras, como es previsible, no surten efecto. Pero no le importa. Lo volverá a intentar dentro de 24 horas. Y si las cosas siguen igual, 24 horas después. Y al siguiente día. Y al otro. Algunos podrían pensar que lo que pide es un milagro. Puede ser, pero no se conformará con menos.


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