miércoles, 5 de septiembre de 2012

233. Locura

Dicen que uno debe empezar por conocer las reglas para más adelante poder saltárselas. Lo mismo sucede con la cordura. Hay que valorarla, conservarla y ceñirse a ella, para entonces, un buen día, poder salirnos de la carretera y abrazar la locura con total determinación.

Álex es consciente de ello. No se engaña sobre el propósito que persigue. No tiene ninguna lógica ni justificación. Y sin embargo resulta reconfortante. Por eso se aferra a su impulso inicial.

- ¿Y bien? - pregunta, tras exponer detalladamente el plan a sus amigos - ¿Qué opináis?
- Que es una completa locura - admite Toni
- O sea, que tú no lo harías
- Yo no he dicho eso. Me parece una locura, al igual que a ti. Pero me parece una locura cojonuda y tienes todo mi apoyo
- ¿Y tú, Javi?
- Bueno, te he prestado el dinero, ¿no? Estoy contigo en esto, socio

Ninguno de los dos le ha dicho que sea una buena idea porque, sinceramente, no lo es. Pero aún así le alientan a seguir adelante. Eso es lo que más valora Álex. A veces uno no necesita escuchar los contratiempos. A veces lo divertido de la magia consiste en creerse el truco.

Si sólo hiciéramos aquello que tiene sentido, posiblemente nuestras vidas serían más sencillas. Erraríamos menos, nos entenderíamos mejor. Pero todo sería más aburrido. La locura, en dosis moderadas, es la clave de la felicidad. Lo apostamos todo a un caballo perdedor y confiamos en que cruce el primero la línea de meta.

Lo realmente asombroso del asunto es que a veces lo hace.


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