martes, 31 de enero de 2012

15. Relojes parados

La mañana siguiente a la noche anterior (para Alex el tiempo ha dejado de tener sentido) Toni se presenta en casa de su amigo, por sorpresa, con gesto reflexivo.

- Lo he estado pensando - lo cual, todo sea dicho, es mentira. Se ha tratado de un impulso - Y he llegado a la conclusión de que es hora de abordar el tema de Anabel
- No quiero hablar de ello
- ¿Por qué? ¿Si haces voto de silencio crees que resucitará?
- Hijo de puta
- Me lo dicen mucho últimamente

Por un momento la rabia se apodera de Alex y sus ojos brillan de odio. Pero el estado de alteración sólo le dura unos segundos. Al final la chispa se extingue, como una cerilla en medio del viento. No hay nada dentro de él.

- Casi lo consigues - dice agradecido
- Lo que sea con tal de hacerte sentir algo, amigo. El odio es mejor que la desidia
- No ha funcionado - casi se lamenta de que sea así, de seguir muerto por dentro -  ¿Tienes otra idea?
- La verdad es que sí, pero tampoco te va a gustar. Quiero que veas a alguien. Se llama Kim

No es un momento catártico. Alex escucha las palabras, pero no las procesa. Las considera irrelevantes. Pero, sin que él lo sepa, el reloj muerto que habita en el cementerio de su alma acaba de poner en marcha su tic tac. El preludio a una nueva etapa que estará llena de momentos difíciles, extraños, pero imprevisiblemente esperanzadores.

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