sábado, 28 de enero de 2012

12. Dioses de papel

Aunque habitualmente es su mejor amiga y compañera inseparable, hoy Toni no se siente arropado por la soledad. Con Alex lidiando con sus propios demonios y Javi rodando una película en algún pueblucho, se siente vulnerable y desarraigado. Odia esa sensación.

De repente piensa en Elsa y, cediendo a un impulso (uno del que sabe que más tarde se arrepentirá) le escribe un mensaje.

"Lo siento".

Pasados unos minutos, entiende que no habrá respuesta. Al menos no ahora. Llegará más adelante, en un momento inoportuno, como un mal chiste contado a destiempo.

Frustrado, Toni decide centrarse en la novela que escribe intermitentemente. Ese mundo imaginario que sí tiene sentido para él, donde puede dictar las normas, retocar el pasado y prever el futuro. No se considera un buen escritor, pero sí un creador magnánimo. Quiere a sus personajes. Les escucha, se esfuerza por entenderlos y dotarles de un propósito concreto. Les brinda atenciones que rara vez concede a los seres humanos en su realidad cotidiana.

Antes de comenzar a teclear, se para a pensar en su vida. En la ilógica sucesión de acontecimientos que van conformando su existencia. Y por un momento se pregunta si él no será también un personaje, en manos de un Creador con un tablero de juego más grande.

Un Creador mediocre en todo caso, se dice. Que ha perdido interés en mí, si es que alguna vez lo tuvo. O tal vez es  que no sabe cómo continuar mi historia. Y por un momento desea estar equivocado, confiando en que si realmente existe un Dios de papel, tenga preparado un gran final para él. Uno que le redima del mediocre resultado en el que está cayendo hasta el momento.

1 comentario: