viernes, 20 de enero de 2012

4. La madrastra de Blancanieves

Toni entra en casa de Alex con desparpajo,  se encamina a la nevera y se sirve un refresco. Mira a su amigo, evalúa mentalmente la situación y decide que aún no ha llegado la hora de sacar el tema de Anabel. Así que bebe un trago, suspira y se sienta en el sofá.

- Hoy he visto a Elsa - anuncia con tono aburrido - Está enfadada por lo del relato. Como no podía ser menos

Alex le hace un gesto de reprobación que no recibe respuesta.

- Pero tú estás enamorado de ella - sentencia Alex
- Sí - una respuesta rápida, sin vergüenza ni necesidad de añadir una explicación
- Entonces, si sabías que iba a hacerle daño, ¿por qué lo hiciste?

A Toni la pregunta parece cogerle por sorpresa. Se encoge de hombros y sólo Alex, que le conoce, es capaz de intuir una microexpresión de arrepentimiento en su rostro. Pero, por supuesto, podría equivocarse.

- Supongo que porque no sé quererla de otro modo

Alex no sabe qué replicar, así que se queda en silencio. Toni se queda pensativo. Acaba el refresco de un trago, se gira hacia su amigo y, con voz despreocupada, exclama:

- ¿Crees que cuando la madrastra de Blancanieves se miraba en el espejo sabía que se estaba comportando como una cabrona?

Por un momento parece que la pregunta esconde una confesión sincera, preámbulo a una conversación que se antoja necesaria. Pero entonces Toni enciende la tele, como lo haría un niño pequeño para el cual todo lo que acaba de ocurrir es ya parte del pasado y, por tanto, irrelevante.


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