jueves, 26 de enero de 2012

10. Sé feliz

"Sé feliz", dijo Anabel. Quizás no fueron sus últimas palabras, pero sí las últimas que recuerda Alex. Ha revivido en su mente tantas veces  ese momento que realidad y ficción se confunden ya sin remedio. La experiencia le dice que en la vida real las cosas nunca encajan tan perfectamente. Aún así, se aferra a la posibilidad de ser una afortunada excepción.

De todos modos, ¿qué tipo de mensaje es "sé feliz"? ¿Un consejo, una orden, un deseo? ¿Le dijo lo que pensaba que él quería escuchar? ¿Acaso creía que diciendo estas estúpidas palabras podría perdonarla por lo que le había hecho? ¿Que sería más fácil seguir adelante?

"Te luciste", piensa Alex con rabia. Porque la verdad es que no sabe cómo ser feliz. No ahora. No sin ella. Se siente solo, perdido, confuso. Ni siquiera está seguro de querer ser feliz. No sin ella.

Alex lleva casi dos semanas recluido en su casa. Acaba de levantar un enorme paréntesis en su vida, sin fecha próxima de caducidad. Ahora su mundo consiste en hacerse preguntas sin respuestas, caminar entre recuerdos de dudosa veracidad y castigarse intentando encontrarle sentido a unas palabras que podrían no tenerlo.

Es como una gripe alojada en el alma, se dice. Entiende los síntomas, conoce el proceso. Sabe que, aunque ahora sea incapaz de verlo, con el tiempo mejorará. Que un día se sorprenderá no pensando en ella. Que volverá a sonreír. Y que, de algún modo, llegará el momento en que todo sea un poco más fácil. Pero, como los malos pacientes, se resiste a creerlo.

Le gustaría poder ver a Anabel aunque sólo fuera una última vez. Preguntarle qué significa ese "sé feliz". Realmente querría poder hacerlo, pero es consciente de que su deseo es irrealizable.

Hasta donde sabe, los muertos no regresan de la tumba.

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