domingo, 14 de octubre de 2012

272. Tiempo de descanso

Abre los ojos sintiendo que lleva soñando una eternidad. Pero al instante se da cuenta de que sigue dormida. O en coma, tanto da. Además, tiene compañía. Una mujer a la que ha visto en infinidad de fotografías, pero con la que nunca pensó que llegaría a hablar.

- Hola, Anabel
- Hola, Kim. Me alegro de que finalmente hayamos podido conocernos
- Lo mismo digo

Están en una especie de habitación blanca y luminosa, pero situada en mitad de un extenso prado. Kim entiende que, dentro de los sueños, las cosas no necesitan tener sentido.

- Supongo que no es una visita de cortesía. Hay algo que quieres decirme, ¿verdad?

Anabel asiente con la cabeza.

- Antes que nada, quiero darte las gracias por haber cuidado tan bien de Álex. Estaba muy preocupada por él
- Él te amaba con locura. Siempre te querrá. Es importante que lo sepas
- Ya lo sé. Pero gracias por decírmelo
- Vale, y ahora dame las malas noticias. No voy a despertarme, ¿verdad?
- Kim, sé que llevas meses aferrándote a la vida sólo por Álex. Porque no quieres abandonarle. No quieres que pasa otra vez por esto. Y es conmovedor. Pero él debe vivir su vida y tú has de seguir tu camino. He venido a decirte que ya puedes descansar. Te lo has ganado

Kim mira a Anabel. Se siente invadida por una sensación de completa y absoluta armonía. Y entonces, dentro de su propio sueño, cierra los ojos en paz consigo misma.



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