miércoles, 10 de octubre de 2012

268. Dos palabras

Le cuesta hacer la llamada. Hay cosas que no quiere saber de la vida de Lorena, como si ha conocido a alguien. Y hay cosas de las que él tampoco desea hablar. Como de Eva.

Es curioso cómo el desconocimiento nos brinda una falsa sensación de felicidad. Podemos imaginar que todo es como nos gustaría que fuera. Que nuestros antiguos amantes siguen enamorados de nosotros, que no han seguido adelante con sus vidas.

A pesar de sus reticencias, Toni acaba marcando el número de teléfono.

- Llamaba para ver cómo te va
- Genial, la verdad. Mucho estudio y poco tiempo libre, pero bueno, es toda una experiencia

Como si existiera un pacto tácito entre ellos, Lorena decide jugar al mismo juego. Ofrece informaciones, oculta otras. Hace preguntas pero elude sacar temas comprometidos. 

- Gracias, Toni - dice tras un largo silencio por parte de ambos
- ¿Por qué?
- Por obligarme a venir. Sé que me enfadé y me comporté fatal contigo creyendo que querías librarte de mí. Pero ahora lo entiendo. Y te estoy muy agradecida
- No tienes por qué. Eres una mujer extraordinaria que está llamada a hacer grandes cosas

Siguen hablando un buen rato. Se intercambian piropos, dejan claro cuánto se importan mutuamente. Lo dicen prácticamente todo, menos las dos palabras que ambos están deseando pronunciar y escuchar. Te quiero.

Sólo se atreven a decirlas cuando la llamada ha finalizado y sólo hay estática al otro lado de la línea. Una declaración de amor cobarde y solitaria. El error más común en el que todos caemos.




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