jueves, 4 de octubre de 2012

262. Casualidades

A diferencia de la suerte, que es necesario ganársela, las casualidades son mucho más caprichosas e impredecibles. No están bajo el control de nadie. No entienden de justicia. Dan y quitan indiscriminadamente.

A veces la vida sigue planes elaborados y otras tira los dados dejando que sea el azar el que decida qué va a ser de nosotros.

Toni se encuentra con Sara por la calle por pura casualidad. Es algo que entra dentro de lo previsible, ya que ambos viven en la misma ciudad. Pero no es menos cierto que llevan un año sin verse y se cruzan precisamente hoy. El momento oportuno, el lugar adecuado.

Por un momento está tentado de mantener la conversación en un tono superficial de saludos forzados y frases hechas. Pero sabe que es engañarse a sí mismo. Fiel a sus principios y a sus amigos, Toni termina preguntándole a Sara por qué, de la noche a la mañana, ha dejado de contestarle a Javi las llamadas. Le parece un feo desplante y no puede evitar reprochárselo.

Se le ocurren cientos de respuestas, pero no la que termina recibiendo. Era imposible anticiparla, dado que le faltan datos. Porque Sara se defiende explicando que Javi le dejó claro, por mensaje, que no quería volver a verla. Es ella quien tiene razones para sentirse ofendida.

Toni se siente confuso. Puede que su amigo no se lo haya contado todo (no tiene por qué), pero desde luego ese mensaje no encaja en la secuencia de acontecimientos. Sara, para demostrar que no miente, saca su móvil y se lo enseña. Ha sido incapaz de borrarlo. 

Al verlo, las piezas comienzan a encajar en la cabeza de Toni. Le llega una revelación. Una que puede cambiar el destino de Javi. Y todo, ironías de la vida, gracias a un encuentro casual.


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